miércoles, 13 de diciembre de 2017

Gracias y favores

Casa de Asunción en la Plaza del Mercado en Medina del Campo

Ya en el mes de septiembre abrimos esta sección para darles a conocer un hecho, al parecer milagroso, obrado por Víctor en la ciudad de Palencia al devolver el habla a una hermana carmelita misionera teresiana que se había quedado muda tras sufrir un derrame cerebral. Una compañera suya hizo una novena a Víctor para que el Señor por su intercesión la devolviera el habla y el mismo día que concluyó la novena, comenzó a hablar.

Retomamos el tema de “gracias y favores” recordando el primer caso que conocemos de los atribuidos a Víctor después de su muerte, que por cierto está relacionado con la salud de su esposa Asunción Merino.

La noche del 5 de noviembre de 2012, el año en que había fallecido su esposo, sintiéndose muy mal, intentó levantarse e ir al baño en busca de alivio, pero cayó al suelo fulminada por un ictus sin poder moverse ni gritar. Así pasó varias horas, tirada en el suelo sin recibir ningún auxilio, pues el único que hubiera podido ayudarla era su hijo Luis Fernando que vivía con ella, pero estaba profundamente dormido. Cuando de madrugada despertó y encontró a su madre en ese lamentable estado, llamó a una ambulancia que se hizo enseguida presente y la llevó al hospital de Medina del Campo.
 
Hospital Comarcal de Medina del Campo.
Ya en el hospital, los doctores que la atendieron y prestaron los primeros auxilios, vieron que la situación era tan grave y delicada, que optaron por enviarla al Clínico de Valladolid. Allí, en el Clínico Universitario, la hicieron todo tipo de pruebas para ver las secuelas que podían haber quedado especialmente en el cerebro y al no encontrar ninguna, sin intervenirla, la dieron de alta.

Asunción atribuyó desde el primer momento su curación a una gracia especial del Señor por mediación de Víctor su esposo y le dio gracias al Señor por no haber quedado inválida de por vida, como suele suceder en casos semejantes, ni dejar secuelas en el cerebro, algo que, según los especialistas, es muy extraño, ya que desde que cayó fulminada por el ictus hasta que pudo recibir los primeros auxilios habían pasado muchas horas.
 
Hospital Clínico Universitario de Valladolid
Han pasado ya varios años y Asunción sigue con la mente lúcida y camina con normalidad, con las limitaciones propias de su edad, pues ya ha cumplido los noventa y uno. Se cansa bastante, como es normal, pero casi todos los días se da un paseo con su hija Begoña, algo que no pueden hacer la mayoría de los que han llegado a esa edad.


Asunción considera milagroso no solamente que por intercesión de Víctor se haya liberado de las terribles secuelas que suele dejar el ictus, sino también el haber llevado con tanta paz como llevó todas las intervenciones médicas a las que fue sometida, algo muy extraño en ella, pues –como reconoce- siempre se ponía muy nerviosa en estas situaciones.

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