sábado, 9 de diciembre de 2017

Gracias y favores


A los pocos meses del fallecimiento de Víctor el 21 de febrero del 2012, de forma espontánea se fue difundiendo la fama de las cualidades humanas y espirituales de este laico tan caritativo y entregado a Dios, pero que, dada su humildad, había pasado totalmente desapercibido. Pudo contribuir a ello la noticia de que había dejado unos papeles manuscritos de contenido muy espiritual. A partir de ese momento, ante la figura del humilde Víctor se fueron concretando diversas posturas.

Unos comenzaron a admirar su austeridad de vida, su capacidad para superar la adversidad ante la ruina económica, su amor al prójimo de manera especial a los pobres y enfermos, también su capacidad para perdonar a quienes le hicieron injusticias y sobre todo su vida de oración que le llevó a una experiencia de Dios más propia de los monjes que de un laico. Pero se quedaron en una simple admiración que muy poco influyó en sus vidas.


Santos laicos Luis Martín y Celia, padres de Santa Teresita

Otros han encontrado en él un buen intercesor en el cielo y le encomiendan muchos de los problemas por los que atraviesan ellos o sus seres queridos, especialmente cuando se trata de enfermedades o de problemas familiares. Se habla ya de su poderoso poder de intercesión comprobado por hechos, al parecer milagrosos, atribuidos a Víctor, pues para ser milagrosos tienen que ser reconocidos por la Santa Madre Iglesia. Personas que han comprobado su intercesión, han iniciado un rosario de loores en su honor, a cual más entusiastas, al tiempo que piden muy encarecidamente su beatificación.

Pero el grupo más importante es el de aquellos que, encandilados por los ejemplos de Víctor, han sentido el deseo de mejorar su vida cristiana. Los que al conocer su conducta cristiana, se han dado cuenta de que se santificó en medio del mundo poniendo en práctica lo que el Concilio Vaticano II pide a los fieles laicos: “Llamados por Dios para contribuir desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados por el espíritu evangélico que así manifiestan a Cristo ante los demás, principalmente con  el testimonio de su vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad” (LG 31).

Orante pidiendo la santidad

Son los que, al comprobar que la espiritualidad de Víctor está hecha a base de sencillez, de la sencillez de quien sabe apreciar la vida que Dios nos ofrece a través de los sacramentos, esos medios de santificación que ha puesto a nuestro alcance para conseguirla: bautismo, confirmación, penitencia, comunión, matrimonio, y a través de la oración que tanto nos recomienda, se preguntan: Si Víctor pudo santificarse en medio del mundo, como la Iglesia desea para todos sus hijos, con una familia numerosa, ¿por qué yo no.


Es de lo que trataremos en la sección de “gracias y favores”.

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