Vista de la ciudad de Vigo |
De entre las primeras gracias atribuidas a Víctor, figura la concedida a Mari Luz Abeal, vecina de Vigo (Pontevedra) que padecía de cáncer. Al tener que ser operada y haberla dicho los doctores los inconvenientes y sufrimientos que tendría que soportar, se encomendó a Víctor, del que había recibido una estampa que relata su santidad de vida y poder de intercesión.
¿Cómo
le llegó a Marí Luz tan pronto esa estampa a una región tan apartada del centro
del país? La explicación podemos encontrarla debido a que en Sabarís, localidad
muy cercana a Vigo, hay una comunidad de madres carmelitas descalzas que cuenta
entre sus miembros con una hija y una nieta de Víctor que se encargaron de
difundirla entre sus amistades y entre los que le conocían personalmente a
Víctor por las veces que había pasado sus vacaciones en esa localidad.
Pues
Mari Luz, con la confianza que esa estampa la infundió en el poder de
intercesión de Víctor, a él se encomendó con los resultados que nos narra a
continuación:
“Me
hicieron una biopsia en la zona retroauricular izquierda. Tardó en curar y al
sacar los puntos tuve mucho dolor. El resultado fue un carcinoma basocelular
que era necesario operar.
Me
llamaron para el día de la operación. Le pedí a Víctor su intercesión en la
operación y recuperación.
En
la operación fue necesario hacer un injerto de piel para la cobertura de la
parte dañada. El injerto fue tomado de la región supraclavicular, cosido en la
parte retro-auricular izquierda y cabeza. También me hicieron un cosido en la
zona donde fue tomada la piel del injerto.
Al
sacar los puntos de la parte retro-auricular y cabeza, me decían: es doloroso,
quéjate, es bueno desahogarse. Tres días más tarde, me sacaron los puntos de
donde fue tomada la piel del injerto, este cosido tenía un hilo interior que
fue necesario extraer. No tuve dolor, ni antes ni después de sacar los puntos,
ni tampoco durante el tiempo de la recuperación.
Yo
sé que ha sido la intervención de Víctor Rodríguez. Que sirva para su causa.
Muchas gracias”.
Mari
Luz encomendó a Víctor el éxito de la operación, ya que esta era peligrosísima
por la zona tan delicada de la cabeza en que era intervenida, por lo que, el
más mínimo fallo del cirujano, hubiera sido mortal. También le pidió que no le
dolieran los puntos durante su recuperación para poder coger en brazos a un
nieto de dos años que tenía a su cuidado mientras la madre estaba en el
trabajo, y desde el primer momento pudo sostener a su nieto en los brazos sin
sentir el más mínimo dolor ni antes ni después de que le sacaran los puntos.
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