sábado, 4 de noviembre de 2017

Miembro de la Congregación de San Felipe Neri

San Felipe Neri patrono de la Congregación

Víctor perteneció también a la Congregación de San Felipe Neri como miembro seglar. El 20 de abril de 1969, a sus 44 años, presentaba su petición como pretendiente a la “Venerable Junta de Ancianos de la Congregación de San Felipe Neri de Seglares Siervos de los pobres enfermos del Hospital general”. Y manifestaba que, “deseando servir a Dios en sus pobres enfermos y participar de las gracias con que se halla enriquecida la congregación… humildemente suplica se dignen admitirle en la clase de novicio, en lo que recibirá merced”.

Transcurrido ese tiempo de prueba, al año siguiente recibió la Carta o Cédula de adscripción definitiva a la Venerable Congregación de San Felipe Neri. Víctor conservó siempre bien enmarcado en un cuadro este documento, que aún se conserva.

Víctor recibiendo el hábito de la Congregación

Tan en serio se tomó su pertenencia a la Congregación y el cumplimiento de su compromiso con los pobres enfermos, que pronto le nombraron Hermano Mayor a pesar de su resistencia a aceptar el cargo, alegando falta de salud. Es más, le reeligieron durante seis años consecutivos.

Como no deseaba ocupar aquel cargo, recordando lo que hizo Santa Teresa al nombrarla priora de la Encarnación de Ávila que puso en el asiento de la priora a la Virgen María, a él se le ocurrió poner “un Niño Jesús que tenían sentado en una silla muy linda para que ocupase aquel puesto”. Seguro que el Niño Jesús le ayudó en todas sus decisiones.

Como Hermano Mayor, uno de sus principales compromisos era escuchar y atender a los Hermanos de la Congregación. Raro era el día que no recibía alguna llamada que además solía coincidir con el corto descanso nocturno que daba a su cuerpo enfermo. Y Víctor atendía con mucha paciencia y más amor aquellas conversaciones, a veces interminables, con tal de transmitir paz e ilusión a esos hermanos.

Interior del Oratorio de la Congregación.
Todos los domingos, muy de madrugada, acudía a la Congregación de San Felipe Neri para desde allí partir para las visitas a los enfermos. En una ocasión coincidió con el esposo de la señora Felisa que limpiaba y arreglaba la Iglesia, que era ateo, y al verle a hora tan temprana, le preguntó adónde iba un domingo tan de madrugada. Al explicárselo Víctor exclamó: “¡Cuánto tiene que agradecérselo Dios!”.

Como miembro de la Congregación de San Felipe Neri su apostolado principal consistía en visitar enfermos en los hospitales y lo hizo siempre con verdadero amor. Les escuchaba con cariño, se interesaba por sus problemas, a los más necesitados les ofrecía ropa en nombre de la Congregación, siempre tenía una palabra de aliento y jamás dejó de atender a cualquier necesidad física o moral que pudieran tener.





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