viernes, 10 de noviembre de 2017

Cursillista de Cristiandad.

Anagrama de Cursillos de Cristiandad

El Movimiento de Cursillos de Cristiandad surgió en la Iglesia con el deseo que todos los hombres, especialmente los alejados de la Iglesia, mediante el anuncio kerigmático del misterio de nuestra salvación, conozcan mejor a Cristo y se animen a seguirlo. Para conseguir ese objetivo utiliza una metodología que se desarrolla en tres etapas: Pre-Cursillo, Cursillo y post-cursillo.

El pre-Cursillo consiste en la búsqueda, selección y preparación de los candidatos. El Cursillo es un encuentro de tres días de duración en el que se expone lo básico de la fe cristiana por medio de charlas, testimonios, oración y puestas en común. El post-Cursillo, procura asegurar los frutos de la conversión mediante la inserción de los cursillistas en una comunidad y su compromiso en la evangelización de la sociedad.

Víctor participando en un Cursillo de Cristiandad

Este Movimiento le vino como anillo al dedo a Víctor para ejercer el apostolado entre sus compañeros de trabajo en la fábrica Embotelladora de Pepsi Cola. Para conseguirlo, comenzó por ganarse su amistad y su confianza para después poder invitarles a los Cursillos de Cristiandad. Por los datos que conocemos, su trabajo se centró especialmente en lo que se considera primera etapa o pre-cursillo, destinada a la búsqueda y preparación de los candidatos. Así nos lo confirma su amigo Daniel Colorado:

“Víctor estaba buscando gente por la fábrica para ir a Cursillos de Cristiandad. Se lo dijo por allí a algunos compañeros y a mí no me dijo nada. Yo tenía conocimiento de los Cursillos y deseaba hacerlos; pregunté a Víctor si yo podía ir y me dijo que sí. Hicimos los cursillos y empecé a tener contacto con él”.

Pero para asistir a los Cursillos de Cristiandad se requería el permiso de los jefes de la empresa para dejar el trabajo durante los tres días que duraban, viernes, sábado y domingo, permiso nada fácil de conseguir, ya que a la empresa le interesaba más sus beneficios que el bien espiritual de sus empleados y, naturalmente, quien tenía que dar la cara para conseguir ese permiso era Víctor. Es más, si alguno insinuaba que no podía hacer frente a los pequeños gastos de los cursillos, él se hacía cargo de ellos.

Secretariado de Cursillos de Cristiandad de Madrid
Víctor, como podemos comprobar en una foto, acompañaba a sus invitados al Curso y les animaba después a ser cumplir sus compromisos. ¡Y con qué entusiasmo cantaba el himno de los Cursillistas!: “De colores se visten los campos en la primavera; de colores, de colores… Y por eso los grandes amores me gustan a mí”.

Le emocionaba especialmente la tercera estrofa que dice: “Jubilosos, jubilosos, /vivamos en gracia puesto que se puede; /saciaremos, saciaremos /la sed ardorosa del Rey que no muere. /Jubilosos, jubilosos, /llevemos a Cristo con alma y vigor /difundiendo la luz que ilumina, /la gracia divina que es grande ideal”.





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