miércoles, 1 de noviembre de 2017

Carmelita Seglar (II)

Monasterio en el monte Carmelo, origen de la Orden

Si tuviéramos que resumir el contenido de una Orden religiosa, así como de los franciscanos tendríamos que destacar el valor y la práctica de la pobreza, de la Orden del Carmen tendríamos que destacar su faceta Mariana y su faceta Contemplativa-Activa. Un seglar que no ame y practique la pobreza, podrá ser un buen cristiano, pero no un buen franciscano. Un seglar que no ponga a María en el centro de su vida y no dedique tiempo a la oración, podrá ser un buen cristiano, pero no un buen Carmelita Descalzo Seglar.

Los Carmelitas proceden de los ermitaños que en el monte Carmelo tomaron desde el primer momento a María como modelo de contemplación y ejemplo de virtudes. A ella dedicaron la capilla en la que se reunían y a ella hace referencia el título de la Orden de “Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo”. ¿Y quién no conoce su slogan: Totus marianus est Carmelus: El Carmelo es todo de María?

Imagen de la Virgen María sobre la gruta del profeta Elías
Víctor, devoto de María desde el hogar paterno en el que se rezaba todos los días el rosario, como carmelita descalzo seglar intensificó ese gran amor a María, ya que es fundamental de su carisma: “vivir en obsequio de Jesucristo apoyándose en la imitación y el patrocinio de la Santísima Virgen, cuya forma de vivir constituye para sus miembros un modelo de configuración con Cristo”.

Al rezo diario del rosario que nunca faltó y tanto fomentó, a la reiterada recitación del Ave María en la cadena de producción de Pepsi Cola, añadió como Carmelita Descalzo Seglar la faceta más importante: la de tomar a María como modelo perfecto de vida cristiana, la de vivir siempre como María.

Por otra parte, la Orden del Carmen, como todas las órdenes mendicantes es orden mixta, es decir: contemplativa-activa, pero la nota que predomina es la de: “cultivar sobre todo la oración, meditando continuamente la ley del Señor, cultivando la lectura y fortaleciendo el alma con pensamientos santos, a fin de que la Palabra de Dios nos pueble los labios y el corazón con toda su riqueza y todo se realice por la misma Palabra del Señor”.

Santa Teresa y San Juan de la Cruz, reformadores de la Orden
Esta faceta de la oración hasta llegar a la contemplación, la desarrolló siguiendo las doctrinas y experiencias de los fundadores del Carmen Descalzo, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, sus verdaderos maestros, quienes, a través de la oración y de las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, le llevaron a una experiencia de Dios muy especial propia de los místicos. Unas palabras de Víctor resumen esta preciosa experiencia:
                                                      En la Iglesia milité.
                                                      En el Carmelo moré.
                                                      En fe ciega caminé.
                                                      En esperanza viví.
                                                      La caridad me abrasó.




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