miércoles, 8 de noviembre de 2017

Adorador Nocturno


Portada de la Basílica de la Milagrosa de Madrid

Enamorado de la Eucaristía, de misa y comunión diaria, aunque para conseguirlo tuviera muchas veces que hacer auténticos sacrificios, es normal que también se anotara en la Adoración Nocturna para pasar la noche en presencia del Amado.

La Iglesia en la que se inscribió como adorador nocturno fue la parroquia Basílica de la Milagrosa de Madrid. Allí consta que ingresó en la obra el 11 de mayo de 1969. Se le asignó el Turno 41 que tenía el compromiso de la adoración los días 21 de cada mes. Fue promovido a veterano el 18 de junio de 1981. Hay constancia detallada de sus asistencias a vigilias ordinarias desde 1969 a 1986. Total asistió a 195 vigilias.

Exposición del Santísimo


A esas noches de adoración ante el Santísimo Expuesto, que pudiéramos denominar oficiales, habría que añadir las muchísimas noches que se pasó él solo ante el Santísimo en la parroquia San Clemente Romano hasta que su director espiritual se lo prohibió por el peligro que suponía regresar solo a casa a las altas horas de la noche.

Las palabras de Pablo VI en la audiencia del 14 de mayo de 1975 dirigidas a los adoradores nocturnos debieron ser para él una auténtica bendición: “Sabemos bien, amados hijos, que pasando largas horas vigilando en oración, mientras el mundo exterior descansa, queréis dar a vuestra vida el complemento sobrenatural que la sublima, la enriquece, le da nueva dimensión. Os expresamos nuestra complacencia y os alentamos a continuar en ese camino. Acrecentad así vuestro amor a Jesucristo, la fidelidad a la Iglesia, la unión con la Jerarquía, la entrega a los hombres hermanos”.

Interior de la Basílica de la Milagrosa de Madrid


Ya lo venía haciendo con esa finalidad, pero estas palabras le estimularon a seguir con más entusiasmo por ese camino de adoración. Pero, ¿cómo hacía su turno de adoración? Nos lo cuenta Daniel Coronado, uno de sus compañeros de turno:

“Era costumbre pasar dos horas en adoración y el resto de la noche los adoradores nos acostábamos en unas camas que había en el lugar para tales efectos. Pronto me di cuenta de que Víctor no se iba a acostar, sino que se pasaba la noche entera adorando al Santísimo. Yo, aunque me iba a acostar no lograba conciliar el sueño y a la hora de la salida al trabajo iba como molesto, mientras que él, que había pasado la noche entera en adoración al Santísimo, iba al trabajo todo alegre y contento. Yo le manifesté que a mí me costaba mucho ir a hacer la vela al Santísimo, él, en cambio, me dijo que estaba deseando que llegara esa noche para ir”.

Entre los libros que han quedado de su biblioteca se encuentra el titulado “Manual de la Adoración Nocturna de España”, Barcelona 1983. Una muestra más de su amor y agradecimiento hacia la Adoración Nocturna que le brindó la oportunidad de pasar noches junto al Amado y poder compartirlas con sus compañeros amigos de Jesús.


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