martes, 3 de octubre de 2017

Hombre de oración

en oración...


Conocemos el arranque de la conversión de Víctor, pero la verdadera conversión solo se consigue a través de un proceso que irá realizando a lo largo de toda su vida, que no hubiera llegado a feliz término de no haber contado con el arma de la oración. ¡Cuántos han sentido en un momento de su vida una gracia, un deseo, un impulso de seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias, (¿no se encuentra entre ellos?), pero que pocos lo han conseguido por no haber perseverado en la oración! No es el caso de Víctor.


Las personas que le trataron de cerca hablan de él como “del gran orante”, de alguien que dedicaba todos los días varias horas a ese “trato de amistad con quien sabemos que nos ama” en frase de Santa Teresa. Su esposa testifica:


“Víctor iba todas las noches a hacer oración a la iglesia hasta que su director espiritual le aconsejó que no lo hiciera por lo peligroso que era caminar de noche por Madrid. A partir de entonces seguía pasando las noches en oración, sólo que en lugar de hacerlo en la Iglesia, lo hacía en casa. En cuanto al tiempo que pasaba en oración en la Iglesia, lo mismo que durante la noche, ordinariamente lo pasaba de rodillas. Tal es así, que llegaron a salirle callos en las rodillas”.
manos orando
Lo que desde el principio fue conocido y consentido por su esposa, pasó mucho tiempo desapercibido para sus hijos que fueron descubriéndolo poco a poco, pues era un secreto bien guardado entre los esposos. Una de sus hijas nos cuenta como lo descubrió:


“Una noche estando en necesidad de ir al baño, me levanté, caminé a oscuras evitando desvelarme y mis pies tropezaron con algo que casi me hizo caer al suelo. En ese momento me iluminó una lucecita que salía de una pequeña linterna que me indicaba el camino que debía seguir. Papá estaba sentado en el sofá del comedor, tenía sus piernas estiradas, cubiertas con una manta. Sólo me dijo que diera la luz para no caerme. Cuando papá se levantaba de madrugada, no encendía ningún interruptor; para no hacer ruido usaba linterna. Nadie sabíamos en casa, excepto su esposa, que se levantaba todos los días de madrugada a orar. Cuidaba de nuestro descanso mientras nosotros dormíamos”.


Dedicaba cada día todo el tiempo que podía a la oración, tanto cuando el Señor le mostraba su amor y el tiempo se le hacía corto, como cuando no sentía absolutamente nada y le daba la sensación de estar perdiendo el tiempo. ¿Qué hacía en ese caso? “Cuando el orar pesado era, negando mi pereza, doble tiempo a este menester me dediqué. Dos horas a la oración me llegaba. Más parecían días que horas, seco y pobre allí me estaba, hasta que el tiempo pasaba”.
Santa Teresa maestra de oración

Santa Teresa, que pasó por años de aridez, pero fue perseverante, dice: “En la oración pasaba gran trabajo…Pasé así muchos años, que ahora me espanto qué sujeto bastó a sufrir que no dejase lo uno o lo otro. Bien sé que dejar la oración no era ya en mi mano, porque me tenía con las suyas el que me quería para hacerme mayores mercedes” (V. 7, 17). Ya vemos que también a Víctor le costó perseverar en esos momentos de aridez, (buen ejemplo para todos), pero el Señor, tampoco a Víctor le permitió abandonar la oración, porque quería hacerle grandes mercedes.




No hay comentarios:

Publicar un comentario