sábado, 21 de octubre de 2017

Amor a los enemigos

San Juan Pablo II perdonando a Ali Agca

Amar a los amigos y a los que comparten nuestros ideales es fácil. Eso, como dice el Señor en el Evangelio, hasta los paganos lo hacen. Pero perdonar a los enemigos, a los que nos hacen daño, e incluso amarles y hasta estar agradecidos a los que nos han humillado, como es la voluntad de Cristo, es de muy pocos, y entre esos pocos se encuentra Víctor.

Por sus escritos autobiográficos nos consta que fue despreciado por los mismos a quienes solamente había ayudado y hecho el bien. Él, en lugar de rechazarles, y menos aún sentir rencor, no solamente les perdonó, sino que hasta se lo agradeció, pues gracias a ellos aumentó su humildad, virtud tan grata a Dios.

Texto del Evangelio sobre el perdón de los enemigos

En la fábrica Embotelladora de Pepsi Cola ayudó desinteresadamente a sus compañeros. A todos trató de acercar al Señor con sus palabras y ejemplo, pero también les ayudó a resolver los problemas que se les presentaban principalmente con la empresa. Así resume su situación:

“Con la democracia llegó el destape del mal hablar y peor obrar. Tanto como había dialogado en los años anteriores con todos ellos, mostrándoles las verdades evangélicas, por lo que me llamaban el Padre Víctor. Todo esto cambió radicalmente y sólo groserías y maldades se podían oír. Fue esta una etapa de verdadero calvario. Por ello procuraba evitar cualquier diálogo de corrillos, que era donde se manifestaba cuanto no se podía uno imaginar. ¿Qué otra cosa podía hacer por ellos si no era encomendarles a Dios?”.


Siempre les perdonó y se preocupó de su salvación y si procuró evitar los diálogos de corrillos en que se hablaba mal de él, no fue porque le doliera, sino por ver que se estaban apartando del buen camino, pues para él: “quien de mí mal hablara, corto se quedaba. Si mejor me conociera, peor lo hiciera. Muchas veces injustamente lo hicieron, otras tantas omitieron. Quien de mí mal hablaba, nada me rebajaba”.


Les perdonó y hasta reconoció que, si le hubieran conocido de verdad, lo hubieran hecho peor. Por eso llegó al colmo de agradecérselo: “El que me humilló, buenos bienes me pasó, por su causa la humildad en mí creció. Quien me hizo sufrir, la paciencia me activó. Del que mal me quería, de él bienes recibía. De todos agradecido estoy, siempre por ellos oré y en Dios les amé”. A esto se llama perdonar de corazón.

Y a continuación añade: “A mis enemigos buscaba y no los encontraba. Tanto a mis enemigos busqué, que dentro de mí les encontré. Los apetitos allí estaban”. Contra esta clase de enemigos si que luchó hasta eliminarlos.








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