sábado, 2 de septiembre de 2017

Última enfermedad y fallecimiento en Medina del Campo

Víctor en el hospital asistido por su hija Tere y su nieta Sara


En el informe médico de 9 de marzo de 1988 decía el Dr. Antonio Guerrero Sola: “Paciente de 62 años con antecedentes de cardiopatía isquémica. Desde hace varios años presenta con carácter progresivo pérdida de memoria para hechos recientes, con cambios incipientes en la ejecución de actividades diarias, personalidad y conducta”. Y concluía con este juicio: “Posible enfermedad de Alzheimer”. Y así fue.

La enfermedad más tremenda que le vino fue la del alzheimer, enfermedad progresiva que fue destruyendo poco a poco su memoria y tanto le hizo sufrir. Una de sus hijas, viendo a su padre sentado en el sillón del comedor con la cabeza reclinada hacia abajo, se sentó a su lado y le preguntó: “Papá, ¿cómo estás?”. “Mal”. “¿Por qué?”. “Esto (señalando con su mano la cabeza) que no funciona”. “Y, ¿estás deprimido, papá?”. “Ya se lo he entregado a Dios”.

Ambulatorio de Medina del Campo donde Víctor acudía a las consultas

Al avanzar la enfermedad, la familia decidió regresar de nuevo a Medina del Campo, donde vivían sus familiares más cercanos en busca de una atención médica que no podía tener en Velillas del Duque. Así lo reconoce su esposa Asunción: “El traslado fue por razones de salud, pues se encontraba enfermo y en el pueblo y sus cercanías no había atención médica adecuada para la enfermedad que él padecía”.

Año y medio antes de su muerte, la enfermedad estaba tan avanzada, que ya su esposa y el hijo que vivía con ellos no le podían ofrecer todas las atenciones que requería por lo que optaron por llevarle al “Centro Día” de la Cruz Roja de Medina del Campo, varias horas al día, con harto dolor para todos.

Para consuelo de los suyos, la enfermedad del alzheimer nunca le hizo perder la presencia de Dios habitando en su alma. Seguía orando incluso cuando ya no podía leer ni tomar el rosario en sus manos. Su hija Begoña le preguntaba a veces: “Papá, ¿qué haces?”. “Rezando”. Otras veces le decía: “Papá, ¿en qué piensas?”. “En Dios”.

Hospital de Medina del Campo en el que Víctor estuvo interno

Unos meses antes de morir le tuvieron que ingresar en el hospital de Medina del Campo por una infección de orina que se complicó llegando a septicemia. En un momento de lucidez dentro de la gravedad, una de sus hijas aprovechó para preguntarle: “Papá, ¿te quieres morir?”. Se le iluminó el rostro. Su semblante brillaba y era como si estuviera en el cielo. No hacía falta que me diera una respuesta con palabras, pero también me la dio: “Sí, pero cuando Dios quiera”.

Y Dios quiso venir a buscarle la noche del 21 de febrero de 2012, de madrugada, como cuando el 21 de cada mes, por ser el día señalado a su grupo como Adorador Nocturno, se pasaba la noche ante el Santísimo. ¿Casualidad, o un precioso detalle de Jesús?



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