viernes, 15 de septiembre de 2017

Sonrisa de Paz (II)

Víctor ya anciano siempre sonriente

Muchos de los testigos que conocieron a Víctor resaltan su sonrisa como una destacada faceta de su vida, porque era una sonrisa que les transmitía paz. Cuántos acudieron a él angustiados por problemas familiares o de conciencia, al ser escuchados con tanta comprensión e interés y contemplar su sonrisa, quedaban reconfortados. Sus palabras alentadoras acompañadas de su sonrisa se convertían en el bálsamo que todo lo cambiaba.


Para todas las angustias aplicaba la medicina de la oración y de la confianza en Dios, de ese Dios Padre que se sirve de todas las circunstancias, aún de las más adversas para nuestro bien, como él había experimentado personalmente al perder todos sus bienes.


D. Paco Teresa León, Párroco de San Clemente Romano, a quien Víctor ayudó en la construcción de la iglesia, en la adquisición de bancos para los fieles y hasta un buen equipo de megafonía a través de la hoy Santa Maravillas de Jesús, a quien se lo solicitó con confianza, lo que más resalta de él, no son esos servicios ni el que le ayudara en el despacho parroquial, sino su sonrisa: “Siempre le tendré en mi mente como una persona sonriente, pasase lo que pasase. En cualquier situación cotidiana, él mantenía la sonrisa”.

Víctor sonriente con su nieta Sara en brazos, su esposa Asunción,
sus hijos Luis y Tere, sus nietas Raquel y Rebeca y su yerno Pedro

Si esto sucedía cuando Víctor acababa de convertirse y aún no había experimentado el amor pleno del Señor, ya podemos imaginar lo que sucedería cuando, purificado de sus imperfecciones a través de las noches oscuras, sintió permanentemente la presencia del Dios Amor, que le colmó de paz interior y de alegría.


Es de las facetas que más llamó la atención de los sencillos campesinos de Velillas del Duque y de sus cercanías. No eran sólo sus familiares más o menos cercanos, como sus primos Pura y su esposo Alipio, o Damián y su esposa Begoña quienes acudían a visitarle para disfrutar de su paz y de su sonrisa, sino que a los vecinos de los pueblos cercanos a los que acudía para asistir a la misa diaria, les sucedía lo mismo.


¿Cómo es posible que su sonrisa llamase tanto la atención cuando vemos con tanta frecuencia sonreír? Sin duda su sonrisa era singular, como es singular la sonrisa del niño inocente que aún no sabe hablar, pero si agradecer con una sonrisa el cariño que se le brinda.

Santa Teresa de Calcuta con su habitual sonrisa


María Rosario Laso Calvo, vecina de Quintanadiez, que le conoció desde niño y tuvo la dicha de volver a tratarle en sus últimos años en Velillas del Duque, testifica: “Siempre se le veía sonriente. Siempre se le veía alegre. Siempre estaba contento. Todo el mundo hablaba bien de él”.


Casi con idénticas palabras nos le retratan los esposos Carmen Diez Domínguez y Quinidio Martín Lobato, vecinos de Villarmienzo: “Siempre estaba sonriendo. Era muya amable con la gente. Su vida era de una entrega total a Dios y los hermanos”.


Pero el más bello testimonio de su sonrisa se lo debemos a Telesfora Cardeñosa, vecina de Saldaña, que trató con frecuencia con Víctor sus grandes problemas familiares y religiosos: “Si los ángeles sonríen, Víctor siempre tenía una sonrisa de ángel. Yo recuerdo siempre su sonrisa de ángel y la gran bondad que tenía hacia todos”.


Frase para enmarcar. Agradecida a esa sonrisa de ángel, que la ayudó a superar una crisis de fe, ha colocado en su sala, en frente de donde se sienta habitualmente, una foto de Víctor para recordarle y seguir pidiéndole ayuda.


Víctor sonrió mucho, porque se sintió perdonado por Dios y él perdonó de corazón a los que le hicieron daño. Sonrió siempre, porque se sintió amado por Dios y porque amó de corazón a los demás. Su sonrisa era el signo externo claro de lo que vivía en su interior.




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