miércoles, 20 de septiembre de 2017

Conversión I

Santa Teresa de Jesús

Con la palabra “Conversión” se expresa el cambio de una vida cristiana compatible con nuestros egoísmos a una vida de entrega incondicional a Cristo para hacer siempre su voluntad. Es el caso de Santa Teresa que, llevando ya años de religiosa y hasta de religiosa ejemplar, un día, ante la presencia de un Cristo muy llagado, se convirtió, pues en ese momento cayó en la cuenta de que estaba así por sus pecados y que había pasado esos sufrimientos por ella. Experimentó su amor misericordioso y cambió de vida.

Tenemos en España otros ejemplos de creyentes de los que se habla de conversión y de conversión por circunstancias semejantes a las de Víctor, como San Ignacio de Loyola y San Francisco de Borja.


San Ignacio de Loyola
San Ignacio de Loyola fue un buen creyente que compaginaba su vida de fe con su vida social, hasta que, defendiendo la ciudad de Pamplona fue herido y a consecuencia de las heridas tuvo que permanecer largo tiempo de convalecencia, que trató de sobrellevar con lecturas de libros de caballerías. Al faltarle sus libros preferidos, le ofrecieron libros de la vida de Cristo y vidas de santos. Poco a poco notó que mientras leía libros de caballerías se sentía alegre, pero al concluirlos se sentía vacío, mientras que las lecturas de vidas de Santos le animaban mientras leía y se prolongaba su alegría. Al comprobar esa diferencia cayó en la cuenta de que lo único capaz de dar felicidad era seguir a Jesús como lo hacían los santos. Y cambió de vida.

San Francisco de Borja

San Francisco de Borja, Duque de Gandía, Virrey de Cataluña y Caballerizo Mayor de la Emperatriz Isabel a quien admiraba por su belleza, al morir la Emperatriz muy joven en la ciudad de Toledo y tener que acompañarla hasta Granada para enterrarla en la capilla de los reyes, al abrir el ataúd para certificar que era la emperatriz Isabel la que enterraban y ver su cuerpo ya descomponiéndose dijo: “No puedo jurar que ésta sea la emperatriz, pero si juro que es su cadáver lo que aquí ponemos…Juro también no más servir a señor que se pueda morir”. En ese momento cayó en la cuenta de que hasta la belleza y el poder terminan en nada y que solamente servir a Dios merece la pena. Y cambió de vida.

Cuando hablamos de la conversión de Víctor, no queremos decir que su vida anterior no hubiera sido buena, pero sí un tanto frívola. El P. Juan Jesús que le conoció en esa etapa boyante de su vida, le recuerda como un hombre “que llevaba un estilo de vida un tanto aburguesado y mundano, centrado, como era natural, en el mundo material. Pienso que le gustaba vivir bien y disfrutar de la vida sin demasiadas preocupaciones ni compromisos cristianos. Le recuerdo fumando siempre puros de marca”.

El mismo P. Juan Jesús señala su cambio radical: “Supe posteriormente que fracasaron espectacularmente todos sus negocios, afectados por la crisis nacional e internacional del sector avícola, replanteándose completamente toda su vida, hasta producir en él una auténtica conversión espiritual”.


Gracias a la quiebra de sus negocios en los que había puesto su confianza, cayó en la cuenta de que todo lo humano es inseguro y que solamente en Dios podía confiar plenamente. Y cambió de vida.



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