miércoles, 6 de septiembre de 2017

Muerte en soledad y silencio


Parroquia de San Miguel de Medina del Campo en que se celebraron sus exequias.

A su hija Begoña, impactada por la soledad en que sobrevino la muerte  de su padre, debemos la siguiente reflexión:
“El último mes y medio de su vida lo vivió en una residencia geriátrica. Fue obligado llevarle allí, en contra de la  voluntad de su esposa, no sólo de ella, sino en contra de sus hijos, pero dado lo avanzado de su enfermedad, en casa no podía tener los cuidados necesarios, ya que era peligroso para él. Allí fue donde Nuestro Señor fue a buscarle para llevarle con él para premiarle todo lo que había hecho por amor suyo.

El 21 de febrero de 2012 nos llamaron por teléfono para decirnos que había fallecido. Murió de la misma manera que había vivido: escondido en Cristo. Víctor estuvo encamado tres días antes de su muerte. Le habían puesto una sonda nasogástrica para administrarle alimento. Tenía hacía años una bolsa de diuresis.

La residencia donde falleció se encuentra situada a las afueras del pueblo. Murió como Jesús, a las afueras de la ciudad. Murió de madrugada y se encontraba solo, sin ninguna compañía humana, ni la de sus familiares. Dios no permitió que le acompañara ningún ser querido, a pesar de que a diario recibía la visita de su esposa y nunca faltaba, en los fines de semana, la presencia de sus hijos y sus nietos que venían desde Madrid a visitarle.

Fue la noche del 21 de febrero cuando el Señor le llevó a la casa del Padre a premiarle tanto como había hecho por amor suyo. Falleció por la noche, sólo con Jesús, María y José.

Dios eligió a buscarle de noche, de madrugada, como cuando en casa hacía oración, o estaba ante el Santísimo el 21 de cada mes siendo adorador. Nadie presenció su muerte. Él, que había vivido sólo para Dios en silencio y soledad, en silencio y en soledad murió. Solo con Dios”.
 
Cementerio de Medina del Campo en que recibió cristiana sepultura
A última hora de la tarde le habían visitado dos de sus hermanos, algunos familiares cercanos y su esposa Asunción, que se quedó en la residencia hasta que se lo permitieron.

Cuando en 1987 el médico le recomendó operarse y se negó, el doctor le dijo en privado a su hijo José, que de no hacerlo corría el riesgo de morir en un año. Cuando su hijo se lo comunicó, su respuesta fue: “¿Por qué no me lo dijo el médico a mí, si yo estoy deseando ir al cielo?”.

Pero tomó buena nota y pronto escribió a su hija Eva, carmelita descalza en Sabarís, monasterio que en esas fechas tenía una pequeña imprenta instruyéndola sobre su esquela y lo que debían poner en su recordatorio.

Nací a la luz del suelo el día 12-4-1925. Nací a la luz del cielo (………….) Conmigo alegraos por haberme Dios llevado. Gloria a Dios por los padres que me dio que me hicieron cristiano. Esposa, Asunción Merino Cuadrado, Dios nos unió y nunca nos separó.
Pone a continuación los nombres de sus hijos, nueras, yernos, nietos y hermanos y concluye:
Ruego oraciones y misas por mi purificación.
En la Iglesia milité.
En el Carmelo moré.
En fe ciega caminé.
En esperanza viví.
La caridad me abrasó.


También dejó escrito como quería que fuera su tumba y la inscripción que debían poner.


Autógrafo de Víctor sobre su sepultura y epitafio

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