miércoles, 2 de agosto de 2017

Nacimiento y primeros pasos




Nació el 12 de abril de 1925 en Quintanadiez de la Vega (Palencia), hijo de Daniel Rodríguez y de Margarita Martínez. A los cuatro días, el 16 de abril, fue bautizado en la parroquia del Salvador y allí mismo recibió la Confirmación el 5 de octubre de 1929.

Nació en un hogar muy cristiano en el que todos los días se rezaba el rosario en familia, nunca se faltaba a los actos religiosos, aunque para ello hubiera que interrumpir las urgentes tareas del verano, se trabajaba como agricultores para obtener el pan de cada día, se daba hospedaje a los pobres que pasaban por el pueblo, se mantenía la amistad con todos los vecinos, etc.



En un hogar así, no es extraño que ya desde su infancia tuviera algunas experiencias especiales que podríamos calificar de milagrosas, de las que se hace eco en unos escritos autobiográficos:
“Cuando la muerte llegó y me arrebató, al traspasar el umbral, allí me encontré con Jesús, María y José. La Virgen me protegió y me tomó de la mano. Dos años tenía y por muerto me daban. De pronto brotó en frente y cara una mancha colorada, Por ello, “pinto” me llamaban. A medida que crecía, la mancha aminoraba. Seis años tenía y un carro sobre mí volcó e ileso me dejó. A los catorce con una escopeta jugaba, que creía descargada, de pronto se disparó. La cara me rozó, sin clavarme un perdigón. En el techo de madera, un agujero quedó”.

¿Se trata de tres milagros con los que el Señor por tres veces le libró de la muerte en su niñez?

Es especialmente llamativo el primero, pues habla claramente de haber fallecido: “Cuando la muerte llegó y me arrebató”, de “traspasar el umbral” que separa esta vida de la otra, de “haberse encontrado con Jesús, María y José”, y de que “la Virgen le protegió y le tomó de la mano” y le devolvió la vida.



Iglesia del Salvador
Quintanadiez de la Vega, Palencia, España


Sus padres, que ya habían perdido a dos de sus hijos en tierna edad, le dieron por muerto. ¡Cuál sería su alegría al ver brotar en su frente una mancha colorada!

Al llegar al uso de razón, sus padres le pudieron hablar del dolor que pasaron al darle por muerto y de la gran alegría que experimentaron al ver como brotaba una mancha colorada en su frente. Es posible que también le dieran detalles de cómo sucedió y de que para ellos se trataba de un verdadero milagro, pero no de esa experiencia de la que Víctor nos habla de haber pasado el umbral de la muerte, de haberse encontrado con Jesús María y José y de su retorno a la vida de la mano de María. Y, ¿cómo podía Víctor recordar algo que le sucedió cuando solamente tenía dos años?



No hay comentarios:

Publicar un comentario