miércoles, 16 de agosto de 2017

En Medina del Campo



Granja Cock en sus inicios, título de su granja en Medina del Campo

 Al comprobar que las ganancias que la cría de gallinas ponedoras le proporcionaba eran muy superiores a lo que le podía brindar la agricultura, siguiendo el ejemplo del hombre de la parábola que encontró un tesoro en el campo y vendió todo lo que tenía para comprarlo, Víctor lo arriesgó todo. Vendió todo lo que tenía e incluso pidió un préstamo al Instituto Nacional de Colonización a bajos intereses, compró en Medina del Campo un terreno donde construyó unos buenos gallineros, y allí se trasladó con su familia el año 1953.

No le fallaron los cálculos. El negocio le iba de bien en mejor, lo que le permitió ampliar las naves y hasta le animó a poner una tienda para la venta de piensos para aves y venta de huevos de su granja. Como el éxito le seguía acompañando, decidió dar un paso más y abrió una tienda en Madrid, en la calle Marcelo Usera, para la venta directa de su producción. Más y mejor no le podía ir.

Con tan buenos resultados a la vista, no le costó mucho convencer a su padre y a dos de sus hermanas para que también vendieran sus propiedades, se trasladaran a Medina del Campo y pusieran sus respectivas granjas.

Víctor, Asunción y sus tres primeros hijos en la granja

Tanto éxito le ofuscó algo la mente y, sin dejar sus prácticas cristianas en ningún momento, sí podemos afirmar que su comportamiento se tornó un tanto mundano. El P. Juan Jesús que le conoció en esa etapa hace de él este retrato: “Es cierto que se le notaba también que llevaba un estilo de vida un tanto aburguesado y mundano, centrado, como era normal, en el mundo material. Pienso que le gustaba vivir bien y disfrutar de la vida sin demasiadas preocupaciones ni compromisos cristianos. Le recuerdo fumando siempre puros de marca. En fin, llevaba una vida mundana. Según parece, le gustaba ir a jugar a las cartas al bar el Pájaro Verde”.

Colegiata de San Antolín, Medina del Campo
En plena bonanza, el año 1966, surgió una crisis en la avicultura a nivel nacional, que le afectó de manera brutal y le llevó a la ruina total de sus negocios, pues no pudo hacer frente a los préstamos que había pedido, ya que las pérdidas diarias eran cuantiosas. Ante semejante ruina, tuvo que embargar todos sus bienes para satisfacer sus deudas. Pasó en pocos meses de persona acaudalada a simple peón de una fábrica en la que encontró empleo.


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