viernes, 11 de agosto de 2017

Matrimonio con Asunción Merino


Nuestra Señora la Virgen del Valle
Patrona de Saldaña y Comarca

Joven, buen mozo, apuesto y trabajador, no le faltaron pretendientes. Incluso tuvo que romper con algunas por no reunir las cualidades que él requería para fundar un nuevo hogar cristiano, como sucedió con una muchacha muy bien dotada y del agrado de la familia, pero que no quería tener más que dos hijos. Al fin encontró lo que buscaba en una joven, que sin ser del pueblo, pasaba grandes temporadas en casa de unos familiares.

Tras un noviazgo corto y ejemplar, contrajo matrimonio con Asunción Merino el 24 de julio de 1948, en el Santuario de Nuestra Señora del Valle de Saldaña, Reina y Patrona de la comarca. ¡Qué mejor lugar para celebrar el sacramento del matrimonio que a los pies de la Virgen que le había devuelto a la vida!

Los esposos Asunción Merino y Víctor Rodríguez

Con Asunción sí pudo realizar su proyecto. Así lo confiesa Víctor en sus escritos: “Cuando al matrimonio llegamos, unidos en Dios quedamos. Al aceptar cuantos hijos nos dabas, de gracias nos llenabas. A la Iglesia los llevamos para hacerlos cristianos”.  Asunción por su parte añade: “En los 65 años que hemos vivido juntos, hemos estado siempre muy unidos el uno al otro y los dos en el Señor. Ha sido un matrimonio maravilloso. Mejor imposible”.

Fruto de ese matrimonio fueron los diez hijos que el Señor les concedió. Tres de ellos murieron al poco de nacer: dos niños y una niña. Los nombres de los otros siete que siguen vivos son: José Francisco, Luis Fernando, Martín, Teresa Margarita, Miguel Ángel, María Begoña y Eva María.

A partir de su matrimonio dejó la casa paterna para formar su propio hogar. Según el testimonio de D. Gregorio de la Gala Campos, “una vez casado, vivía en casa de una tía de Asunción llamada Catalina. Esta señora tenía muy mal genio. La gente de Quintana que conocía el genio de la señora Catalina, en cuya casa vivía Víctor con su esposa, decía que con Víctor no iba a tener nunca ningún enfado, pues Víctor se llevaba siempre bien con todos, fueran como fueran. Era la bondad personificada”. Así se cumplió, hasta el punto de que, cuando el matrimonio se trasladó a Medina del Campo, con ellos se llevaron a la tía Catalina.


Santuario de Nuestra Señora la Virgen del Valle en Saldaña

Para sacar adelante su nuevo hogar, tuvo que seguir trabajando en las tareas agrícolas con su padre, pero, como joven inteligente y trabajador que era, para aumentar los ingresos de su nuevo hogar, se le ocurrió criar gallinas ponedoras en el amplio patio de la casa sin menoscabo de su dedicación a las tareas agrícolas. El resultado fue tan rentable, que pensó en dejar la agricultura para dedicarse exclusivamente a este negocio.



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