sábado, 16 de marzo de 2024

Habla Víctor. Carta a María del Carmen (V)

 

San Juan de la Cruz. "Llama de amor Viva".

No se sufre por lo que no se conoce. Los ateos no se consideran pecadores, y los agnósticos tampoco. Y es muy sencillo, no pueden recibir el Espíritu Santo. “Llama de amor viva que tiernamente hieres, del alma en su profundo centro, no me seas esquiva, rompe la tela de este dulce encuentro”.

 

 

El Concilio Vaticano II se preocupó muchos de los ateos y de los agnósticos por ser un problema en nuestros días. En la Constitución Gaudium et spes habla con respeto de ellos y no los condena, sino que la Iglesia pide por ellos para que lleguen al conocimiento de la verdad y no se dejen llevar por los bienes puramente materiales.

 

Eso mismo es lo que hizo Víctor: rogar por los que, arrastrados por los bienes de este mundo, han perdido la fe en un Dios trascendente, para que se conviertan y puedan recibir el Espíritu Santo y gozar de sus Dones, pues el Espíritu Santo es esa “Llama de amor viva, que tiernamente hiere del alma en su profundo centro”. 

 

San Juan de la Cruz, autor del poema “Llama de amor viva”, dice que el alma enamorada “pide con gran deseo a la Llama, que es el Espíritu Santo, que rompa ya la vida mortal por aquel dulce encuentro en que de veras le acabe de comunicar lo que cada vez parece que le va a dar cuando la encuentra, que es glorificarla entera y perfectamente”. (Llama 1, 1)




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