miércoles, 10 de agosto de 2022

Habla Víctor. Valor del sufrimiento (V)

Foto del cuadro original desde el que Cristo
habló a San Juan de la Cruz.


El sufrimiento de Cristo: No se identifica con la pasividad, pasando haciendo el bien. Esta parábola está en San Mateo: “Venid benditos de mi Padre” (Mt. 25,34). Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte. Es menester acudir a la cruz del Calvario. En todos los creyentes que sufren en la cruz, está el Redentor del hombre. Todos los que sufren en comunión con la Iglesia y que son débiles, pero son fuente de fuerza para esta y toda la humanidad.

 

Los sufrimientos de Cristo no fueron fruto de la pasividad, sino la consecuencia de su plan redentor mediante sus sacrificios, especialmente en su pasión y muerte, pues por ellos realizó el misterio de nuestra redención.

 

 Recordemos de nuevo lo que dice San Juan de la Cruz comentando las palabras de Jesús “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?”: “Lo cual fue el mayor desamparo sensitivamente que había tenido en su vida. Y así, en él hizo la mayor obra que en toda su vida con milagros y obras había hecho ni en la tierra ni en el cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia con Dios. Y esto fue, como digo, al tiempo y punto que este Señor estuvo más aniquilado en todo” (2Sub. 7, 10).

 

Por eso, cuando Juan de la Cruz, orando ante un cuadro de Jesús camino del Calvario que le infundía especial devoción porque representa muy bien los sufrimientos del Señor, escuchó que Jesús le dijo: “Juan, que quieres por lo mucho que has hecho por mí”, la respuesta de Juan de la Cruz fue: “Padecer y ser despreciado por Ti”. Así quiso San Juan de la Cruz corresponder a los que Jesús sufrió por él.

 

Es lo mismo que sintió el apóstol San Pablo al exclamar: “Lo que es a mí, Dios me libre de gloriarme más que de la Cruz de nuestro Señor, Jesús Masías, en la cual el mundo quedó crucificado para mí y yo para el mundo” (Gal. 6, 14).





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