![]() |
El Espíritu Santo con los nombres de sus Siete Dones. |
Antes de escribir los textos que Víctor dedica a cada Don en
particular, conviene recordar en que consisten los Dones del Espíritu Santo tan
importantes para el desarrollo de la vida espiritual.
El Catecismo de la Iglesia Católica, tan amplio y
minucioso en otros temas, solamente les dedica dos números, más bien breves,
pero con palabras concisas nos enseña qué son los Dones y cuántos. Dicen así:
Nº 1830. “La vida
moral de los cristianos está sometida a los dones del Espíritu Santo. Estos
son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los
impulsos del Espíritu Santo”.
Nº 1831. “Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría,
inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y
llevan a la perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles
dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas”.
Don, en general, es todo aquello que una persona da a otra
por propia benevolencia sin exigir nada a cambio, ni siquiera la gratitud. El
donante lo hace sin esperar nada a cambio, pues de esperar algo, no se
distinguiría de la recompensa. Es lo que hace el Espíritu Santo cuando nos da
sus dones. No nos exige nada a cambio.
Del mismo modo, tampoco debe suponer la exigencia de alguna
compensación por parte del que lo recibe respecto a su generoso bienhechor. Sin
embargo, la noción de don, no excluye la gratitud por parte de quien lo recibe,
como es el caso de Víctor, que no se cansa de dar gracias al Espíritu Santo por
sus Dones, que tanto le ayudaron a la práctica de las virtudes, especialmente
la caridad.