miércoles, 29 de septiembre de 2021

Habla Víctor Penitencia y mortificación (II)

Brocal de pozo para sacar agua con cubo y con soga.


Buscar siempre la imitación de Cristo, en lo que sea posible. La obediencia siempre es la más eficaz. La mortificación libra al alma de los obstáculos para recibir la gracia. La oración de humildad alimenta el amor y sostiene su empuje. La mortificación te prepara para el encuentro amoroso con Dios. La oración la realiza. La oración introduce al alma en la unión actual con Dios, que es fuente de agua viva; a su contacto templa su sed y la conforta llenándola de gracias de luz y de amor; llega esta en los momentos de íntima comunicación con Dios. Él mismo infunde en el alma, actuando los dones del Espíritu Santo con sentimiento nuevo de Dios.

 

Santa Teresa, para explicar  los grados de oración por los hay que pasar para llegar a la unión con Dios, recurre a la imagen de un huerto que hay crear donde no había más que tierra infructuosa y malas hiervas. Eso requiere un gran esfuerzo previo antes de sembrar plantas olorosas para recreación del Señor. Y el trabajo no concluye  con la plantación de esas variadas plantas, sino que tendrá que regarlas para que crezcan y den flores hermosas y olorosas.

 

Noria para sacar agua generalmente movida por animales.

A partir de esa base, habla de cuatro modos de regar, que se corresponden con los esfuerzos que hay que seguir realizando para regar, desde sacar agua del pozo con un cubo, con gran esfuerzo y poco fruto, luego sacándola con noria, que se consigue más agua con menos esfuerzo, a continuación regando con agua de los ríos con apenas esfuerzo y más eficacia, para culminar con la lluvia, que quien la manda es el Señor, sin ningún esfuerzo del hombre (V. 11, 6-9).

 

En todo ese proceso, la mortificación está presente, especialmente en la preparación del terreno, en la plantación y en el riego, excepto cuando el Señor lo hace mediante la lluvia. La mortificación es necesaria para remover los obstáculos para la unión con Dios, pero es la oración la que lleva a la unión y transformación del alma en Dios.

 


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