sábado, 14 de agosto de 2021

Habla Víctor. Virtud de la Paciencia

 "La paciencia todo lo alcanza. Sólo Dios Basta". Santa Teresa de Jesús.


Es la virtud contra la ira, que es hija predilecta de la soberbia. Se puede afirmar que es manifestación de esta; solamente es combatida con su contraria la paciencia. El Señor afirma que “con la paciencia salvaremos nuestras almas” (Lc 21, 19). Se debe de cultivar y actualizar en todo momento, ya que siempre se precisa. Por mucho que nos ofendan, no sentirse ofendido, incluso cuando sean calumnias graves, estas servirán para fortalecernos en ella. Si de verdad conociesen nuestras maldades, ya tendrían motivos de hablar mal de nosotros, e incluso obrar en este sentido. La paciencia es el espejo exterior del alma. De momento las otras virtudes las dejamos, con estas dos que se cultiven llevan tras sí a las otras.

 

¿Quién no conoce la poesía de Santa Teresa titulada: “Nada te turbe”, a la que se ha puesto música y resuena en muchas celebraciones litúrgicas? Y es que en pocas palabras plasma el valor de la paciencia. Dice así: “Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia, todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta”.

 

San Doroteo de Gaza, abad.

“Por mucho que nos ofendan –dice Víctor- no sentirse ofendido, incluso cuando sean calumnias graves. El abad San Doroteo explica el origen de nuestras impaciencias y el modo de superarlas: “La causa de toda perturbación consiste en que nadie se acusa a sí mismo. De ahí deriva toda molestia y aflicción, de ahí deriva que nunca hallemos descanso; y ello no debe extrañarnos, ya que los santos nos enseñan que esta acusación de sí mismo es el único camino que nos puede llevar a la paz. Por más virtudes que posea un hombre, aunque sean innumerables, si se aparta de este camino, nunca hallará el reposo, sino que estará siempre afligido o afligirá a los demás, perdiendo así el mérito de sus fatigas. El que se acusa a sí mismo acepta con alegría toda clase de molestias, daños, ultrajes, ignominias y otra aflicción cualquiera que haya que soportar, pues se considera merecedor de todo ello, y en modo alguno pierde la paz. Nada hay más apacible que un hombre de ese temple”.




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