Campesinos rezando el Angelus interrumpiendo el trabajo. |
“Durante el trabajo, su oración era continua. Tenía la
gracia de vivir en presencia de Dios de una manera continua. Rezaba muchos
rosarios al día. En el trabajo, cuando estaba en la cadena de embotellamiento,
la hilera de botellas le servía de cuentas para rezar el rosario”
(Begoña).
Fue San Benito el primero en centrar la espiritualidad de la
vida monástica en la oración y en el trabajo con el reconocido eslogan: Ora
et labora (ora y trabaja) que tan buenos resultados ha dado a lo
largo de los siglos.
La Iglesia siempre se ha tenido en cuenta las posibilidades
que ofrece el trabajo cotidiano para alcanzar la perfección cristiana, pues
Dios así lo quiso desde el momento que creó al hombre y le puso al frente de la
creación. Así se explica que el mismo Jesús trabajara como carpintero y fuera
conocido entre los vecinos de Nazaret como el hijo de José el carpintero y de
María, también trabajadora. Pero, ¿cómo trabarían Jesús, José y María? ¿Dónde
estarían su mente y su corazón mientras ejecutaban el trabajo?
San José el el taller de Nazaret enseñando a Jesús.
Santa Catalina de Siena, a una persona que se lamentaba de no
poder tender a la perfección por el agobio de sus negocios temporales le
respondió: “Sois vos el que los hacéis temporales”. Las cosas
temporales son temporales porque les quitamos nosotros su referencia a la
eternidad, y olvidamos la virtualidad que tienen para remontarnos a la esfera
de lo espiritual y eterno.
Víctor, trabajando en la cadena de embotellado de de
Pepsi-cola, estaba ganando dignamente el sustento de su familia, como es el
deseo del Señor, estaba prestando un servicio a los que se beneficiarían con su
trabajo honesto, pero a la vez, su mente y su corazón estaban con el Señor.
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