Experimentando la presencia de Dios ante el Santísimo. |
Como todo lo relacionado con Dios, a los principios todo
parece imposible. Si se persiste, pronto llega la gracia a socorrer. Una vez
conseguido el propósito, irá creciendo en manifestaciones de gracias y amor a
Dios, en cualquier circunstancia de la vida, por muy grande que pueda ser. Hay
que darse cuenta que la Santísima Trinidad mora en toda alma, aunque no sea por
gracia, al menos está presente como fuente de vida. Aun sabiendo que con quien
está hablando vive en pecado grave y público, es hija de Dios, y puede
convertirse en cualquier momento y aprovechar mucho. Si además tu naturaleza
repele su presencia y modo de ser, puedes ejercer la caridad de hablar y
escucharle por amor a Dios. Este lo pagará crecidamente.
Ya indicamos anteriormente que Dios está presente aun en el
alma del mayor pecador, como aquí nos recuerda Víctor de nuevo, y que puede en
cualquier momento cambiar radicalmente, como nos consta en el Evangelio que
habla de grandes pecadores que pasaron a ser santos. El más radical es el del
Buen Ladrón, que tras pasar su vida alejado de Dios y haciendo todo tipo de
maldades, minutos antes de morir crucificado con Jesús, reconoció sus pecados y
obtuvo el perdón, pasando así de pecador a Santo en pocos minutos, pues la
Iglesia le reconoce como Santo con el nombre de Dimas.
San Dimas, el buen ladrón
transformado por la presencia de Cristo.
Pero esto no suele ser lo normal, sino que para sentir una
presencia de Dios permanente, tiene que pasar mucho tiempo, pero si uno lo
intenta y pone los medios para conseguirlo, el Señor se lo concede, como es el
caso de Víctor, que al final de su vida pudo confesar: “Varios años tuve y tengo de poseer la
gracia de estar orando, ya fuese comiendo, trabajando, viajando, e incluso
cuando estaba dialogando con personas”. Con una presencia permanente de
Dios así, no es extraño que su trato con los demás fuera siempre amable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario