miércoles, 21 de julio de 2021

Florecillas. Dar a conocer a Jesús.

Rebeca el día de su bautismo con sus abuelos
en Velillas del Duque´.


Una vez (fue mi padre) a buscar a Rebeca a la catequesis, y como no salía, bajó hasta los salones parroquiales a buscarla. Allí habló con Caty, su catequista y la dijo que la enseñara a conocer a Jesús a su nieta, que luego Rebeca ya lo sentiría en su corazón Hasta el día de hoy, han pasado muchos años, y Caty no se ha olvidado de lo que le dijo mi padre, pues le llegó muy hondo y son muchos los años que lleva de catequistas de niños” (Teresa)

 

Porque Víctor amaba de corazón a sus nietos, deseaba para ellos lo mejor, y lo mejor no era la abundancia de bienes materiales que a veces nos apartan de Dios, sino el encuentro y la amistad con Jesús, el único capaz de darnos la felicidad plena. Por eso aprovechaba todas las ocasiones para sembrar en los corazones de sus nietos la semilla de la fe y de la esperanza, y procuraba que también otros lo hicieran con sus palabras y con su ejemplo, como era el caso de las catequistas.

 

Rebeca con su hermana Sara y los abuelos
el día de su Primera Comunión.

¡Qué la diría y con que amor lo haría, para que Caty quedara tan impresionada que no haya podido olvidarlas después de tantos años! Debieron ser palabras de aliento a proseguir su tarea evangelizadora y que nunca se cansara de sembrar la semilla de la fe en los corazones de los niños, con la confianza de que esa semilla, a su tiempo crecería y daría sus frutos.

 

Siempre asistió a los bautismos y a las primeras comuniones de sus nietos, es más, fueron de los momentos más felices de su vida y los celebró con inmensa alegría. Con qué amor y confianza pediría a Jesús que nunca se apartara de sus nietos, sino que hiciera en ellos su obra y su voluntad. Veía a Jesús presente en sus corazones y le pedía que estableciera en ellos su morada.



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