Víctor y Asunción con sus ocho nietos. |
“Cuando mis padres pasaban temporadas en mi casa, él
llevaba a mis hijas al colegio, o las recogía de la catequesis” (Teresa)
Sus ocho nietos sin excepción recuerdan a su abuelo Víctor
con un cariño muy especial, y los que pudieron pasar durante unos años sus
vacaciones con los abuelos en Velillas del Duque, siguen añorando aquellos
días.
Y no es porque les regalara muchos chuches, ni les dejara
hacer lo que quisieran, sino porque compartía el día con ellos, jugaba con
ellos, les estimulaba y les transmitía confianza. Y como los niños tienen un
instinto especial para descubrir quien les quiere de verdad, todos deseaban
pasar algunos días con él o que les visitase en sus hogares. Y la verdad es que
nunca les defraudaba. A pesar de sus años, no tenía reparo en llevarles a
los parques para que jugaran y él mismo
les subía a los columpios y les balanceaba.
Víctor y Asunción con sus cuatro nietas más pequeñas.
En Velillas del Duque hacía con ellos paseos por los campos y
les explicaba todo lo que veían, acomodándose a su edad; cómo vivían los
distintos animales, las cualidades de los pájaros, etc. Y lo que más les
gustaba era que en pleno verano les llevase al río Carrión y les dejase bañar
en los lugares que no ofrecían ningún riesgo y bajo su vigilancia.
Pero, como santo que era, aprovechaba todas las oportunidades
que se brindaban para hablarles de Jesús, enseñarles algunas oraciones y visitar
la Iglesia del pueblo, porque esa es la casa de Jesús, el mejor amigo de los
niños.
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