El niño sólo necesita abrir la boca.
Camino de Perfección
de Santa Teresa de Jesús.
Para
entender lo que aquí nos dice Víctor, les recomendamos que lean el capítulo
tercero de la cuartas Moradas y el 31 de Camino de Perfección de
Santa Teresa del que tomamos estas palabras: “El Señor ha querido dármelo a
entender, por ventura para que os lo diga –esta oración de quietud, adonde a mí
me parece comienza el Señor- como he dicho, a dar a entender que oye nuestra
petición, y comienza ya a darnos su reino aquí, para que de veras le alabemos y
santifiquemos su nombre y procuremos lo hagan todos. Es ya cosa
sobrenatural y que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos;
porque es un ponerse el alma en paz, o ponerla el Señor con su presencia por
mejor decir, como hizo al justo Simeón, porque todas las potencias se sosiegan.
Entiende el alma, por una manera muy fuera de entender con los sentidos
exteriores, que ya está cebe su Dios, que con poquito más llegará a estar hecha
una misma cosa con Él por unión. Esto no es porque lo ve con los ojos
del cuerpo ni del alma. Tampoco lo veía el justo Simeón más del glorioso niño
pobrecito; que en lo que llevaba envuelto y la poca gente con Él que iban en la
procesión, más pudiera juzgarle por hijo de gente pobre que por Hijo del Padre
celestial; mas dióselo el mismo Niño a entender.
Y
así lo entiende acá el alma, aunque no con esa claridad; porque aun ella no
entiende cómo lo entiende más de que se ve en el reino –al menos cabe el Rey
que se le ha de dar- y parece que la misma alma está con acatamiento aun para
no osar pedir” (C.31, 2).
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