sábado, 13 de febrero de 2021

Habla Víctor. Oración contemplativa (I)

Dios regala al alma como la madre al niño tierno.


Esta oración es bueno desearla, por supuesto que es inmerecida. Dios la da gratuitamente cuando encuentra el alma en humildad; este es el estado que hay que ejercitar. El Señor, que es tan generoso, nos dará lo que más nos convenga. Esta es distinta a todas las anteriores. En esta, sobre todo en sus principios, suele ser suave y regalada, como leche y miel, que es para los iniciados en este nuevo caminar; este primer estado no suele ser largo, este atractivo que Dios da en los principios de esta oración y resulta tan halagador, regularmente es para sacar al alma y llevarla por otro camino más comprometido y fructuoso.

 

"Noche Oscura"
de San Juan de la Cruz.

Imposible añadir un comentario mejor para entender lo que aquí nos dice Víctor, que recordar unas palabras de su maestro San Juan de la Cruz: “Es, pues, de saber que el alma, después que determinadamente se convierte a servir a Dios, ordinariamente la va Dios criando en espíritu y reglando al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual al calor de sus pechos le calienta, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce lo cría y en sus brazos le trae y regala. Pero, a medida que va creciendo, le va la madre quitando el regalo y, escondiendo el tierno amor, pónele amargo acíbar  en el dulce pecho y, abajándole de los brazos, le hace andar por su pie, para que perdiendo las propiedades de niño se dé a cosas más grandes y sustanciales.

 

La amorosa madre de la gracia de Dios, luego que por nuevo calor y hervor de servir a Dios reengendra al alma, eso mismo hace en ella; porque la hace hallar dulce y sabrosa la leche espiritual sin algún trabajo suyo en las cosas de Dios, y en los ejercicios espirituales gran gusto, porque le da Dios aquí su pecho de amor tierno, bien así como a niño tierno” (1Noche, 1, 2).





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