miércoles, 10 de febrero de 2021

Florecillas. Soy un “padre” de familia.


Dios Padre acoge y perdona al hijo pródigo.


“Como le veían tan recogido en el oratorio de San Felipe Neri, algunas mujeres llegaron a acercarse a él para pedirle que las confesara, él las señalaba donde estaba el sacerdote y las decía: Allí está el sacerdote. Yo soy un padre de familia” (Asunción).

No fueron solamente las mujeres que acudían al Oratorio de San Felipe Neri las que confundieron a Víctor con un sacerdote, pues por su porte humilde y sencillo, su modo de hablar de Dios con ilusión y alegría y su delicadeza con los enfermos, fueron varias las personas que expresamente le preguntaron si era sacerdote.

La gente sencilla y humilde tiene un olfato especial para detectar a las personas entregadas a Dios, entre las que, por cierto, figuran muchos sacerdotes y religiosos. Por eso le honra a Víctor que, algunas mujeres, viéndole tan humilde y recogido en oración, se acercaran a él solicitando que las confesase.


Confesionario en el santuario de la Virgen del Valle (Saldaña)


Así como hizo Juan el Bautista cuando le confundieron con el Mesías, que se limitó a señalarles a Jesús el Mesías, eso mismo hizo Víctor: reconocer que no era más que un “padre” de familia y limitarse a señalarles el confesionario donde se encontraba el que sí podía perdonar sus pecados, el sacerdote, a quien Jesús ha conferido el poder de perdonarlos en su nombre.

Seguro que no se limitó a mostrarlas al confesor, sino que oraría por ellas para que el Señor, no solamente perdonase sus pecados, sino que las hiciese experimentar su amor misericordioso.

 

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