Durante
la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por
Cristo durante la última semana de su vida, comenzando por su entrada triunfal
en Jerusalén el Domingo de Ramos, continuando con su dolorosa Pasión y Muerte
para concluir con su gloriosa Resurrección. Por eso, en la misa del Domingo,
después de la procesión con los ramos, se lee la Pasión de Cristo, tema central
de toda la Semana.
Víctor nos brinda
unas palabras de reflexión sobre el sentido y el valor del sufrimiento.
“Cristo
introduce al hombre que sufre en el reino del amor, transformado por una gracia
interior. El Redentor prueba en los pacientes, a través del corazón de María,
como continuación de la maternidad que por obra del Espíritu Santo le había
dado la vida. Cristo moribundo confió a su madre una nueva maternidad
espiritual y universal hacia todos los hombres. La fe en la
participación de los sufrimientos de Cristo, tiene la dimensión espiritual de
servir para la salvación de sus hermanos. No sólo es útil a los demás, realiza
un servicio insustituible y unido al sacrificio de Cristo, abre el camino a la
gracia que transforma a las almas, hace presente en su humanidad la fuerza de
la redención y constituye particular apoyo a las fuerzas del bien.
Ecce homo: Jesús humillado y condenado a muerte. |
El
hombre debe sentirse llamado a testimoniar el amor en el sufrimiento.
Las instituciones no pueden sustituir al corazón humano ante el que sufre
físicamente, pero más si es moral y cuando la que sufre es ante todo el alma.
El
sufrimiento de Cristo no se identifica con la pasividad, pues pasó la vida
haciendo el bien: “Venid benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer,
tuve sed y me disteis de beber” (Mt 25, 34). Por Cristo y en Cristo se
ilumina el enigma del dolor y de la muerte. Es menester acudir a la Cruz del Calvario. En todos los
creyentes que sufren en la cruz, está el Redentor del hombre. Todos los que
sufren en comunión con la Iglesia y que son débiles, pero son fuente de fuerza
para esta y para toda la humanidad”.
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