Una muestra de Embotelladora de Pepsi-Cola. |
Víctor
trabajaba igual que yo en la fábrica Embotelladora de Pepsi-Cola, él como
obrero y yo como administrativa. Nos comunicábamos mucho por razón de mi cargo,
y sobre todo, porque sintonizábamos espiritualmente, lo cual era de ayuda mutua
teniendo en cuenta el ambiente antirreligioso en el que nos desenvolvíamos. Es
imposible relatar todo lo que hablamos, que fue mucho y especialmente edificante
todo lo que él me decía. Paso ahora, a relatar algunos de los hechos de su vida
que más huella dejaron en mí. Son sólo unos cuantos como a manera de muestra.
El
primero que recuerdo fue este: Cuando él realizaba horas extraordinarias en la
fábrica, entonces, me pedía sobres (yo trabajaba en la administración) para
meter dinero en esos sobres y repartirlo entre gente necesitada. Yo le
recriminaba que tenía siete hijos y debería guardarlo para ellos, y me
contestaba que sus hijos comían todos los días y había gente que no comía.
Y me decía también, así textualmente: “Tengo una mujer que es muy apañadita
y se arregla con el jornal”.
Parroquia San Juan de la Cruz a la que Víctor se retiró a orar. |
Otro
hecho de su vida que se me quedó también bien grabado, fue el siguiente:
Teníamos un conflicto laboral entre la empresa y los empleados debido a que la
empresa quería imponer una nueva ordenanza laboral que los empleados no
queríamos aceptar y llevamos el asunto a los tribunales. Víctor y yo éramos los
representantes de los trabajadores; él representaba a los obreros y yo al
personal administrativo.
Entonces,
el día del juicio, antes de llegar a la Sala del Tribunal donde iba a tener
lugar el juicio, Víctor entró en una iglesia (La iglesia parroquia de San Juan
de la Cruz) y cuando salió me dijo: “Estate tranquila, que vamos a ganar”.
Sala de un juzgado. |
Entramos
en la Sala, y el Presidente de la Sala me pidió a mí que expusiera el problema.
Nosotros llevábamos un abogado para que hiciera eso, pero el Presidente de la
Sala dijo que no. Que lo expusiera yo. Yo me eché a temblar por miedo a no
hacerlo bien, porque soy una persona nerviosa y no estaba acostumbrada a hablar
en público. Me serené inmediatamente y expuse todo el tema claramente con una
voz serena, como si me lo estuvieran diciendo. Yo me sorprendí toda la
vida de aquello y entendí que había sido un milagro que Víctor había conseguido
del Señor cuando entró a hablar con Él a la Iglesia antes de entrar en el
tribunal.
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