miércoles, 7 de febrero de 2018

Testimonios. Tere (I)

 
Tere de pequeña con sus padres Víctor y Asunción

Después del testimonio de su esposa Asunción, los más cercanos son los que nos han transmitido tres de sus hijas: Teresa Margarita (Tere), Begoña y Eva. Comenzamos con el de Teresa Margarita (Tere), la mayor de las tres y la única que ha formado una familia y hoy presume ya de ser abuela de dos nietos.

Mi padre, Víctor Rodríguez, siempre tuvo que luchar con situaciones dolorosas, familiares, económicas, de trabajo de cualquier índole, pero nunca le vi abatido, y sobre todo, en esos momentos no se quejaba, no mostraba sus sufrimientos.

Sólo puedo decir que hubo un antes y un después de la conversión de mi padre, cosa que comprendo, pues a mí me ha pasado lo mismo, no a su nivel, claro está, ¡qué más quisiera yo!, pero para todos es lo mismo, aunque ocurra de distinta manera. No es lo mismo seguir las normas cristianas por tradición, que encontrarse con el Señor y vivir de otra manera.
 
Tere ya mayor con sus padres en Velillas del Duque

Mi padre fue la segunda persona que supo lo que yo estaba sufriendo, la primera fue mi hermana Eva (Carmelita Descalza) y ella fue la que se lo dijo, porque yo lo quise así. Desde ese momento siempre tuve su consuelo, su apoyo y aliento.

Me acuerdo que a veces adelantaba citas médicas o se las inventaba para venir a verme y saber qué tal seguía, pues mis padres vivían en un pueblo de Palencia y yo en Madrid, y él tenía que venir a hacerse pruebas médicas por su enfermedad de corazón.

Por cierto, siempre le oí decir que daba gracias a Dios por su enfermedad y yo pensaba: “¿Será tonto? ¿Cómo se puede dar gracias por algo así? Hoy no necesito que me lo expliquen. El Señor regía su vida y él se ofrecía totalmente.
 
Víctor y Asunción con su nieta Sara a la que alude Tere

Cuando supo por mí, que estaba embarazada de mi última hija, con la situación tan difícil que tenía en mi matrimonio, me dijo: No te preocupes, es una gran alegría una nueva vida. Nosotros te ayudaremos. Y así fue. Fue un gran consuelo para mí oír estas palabras de mi padre y saber que no estaba sola, con todo lo que me venía encima.


No sé por qué, pero el Señor me ha elegido para darles a mis padres noticias de la familia siempre muy dolorosas, y yo procuraba que fuese mi padre el que las recibiera primero, ya que sabía que él se lo tomaría de otra manera, con sosiego y recapacitando lo que podía hacer. Ahora sé que iba a rezar y se ponía en manos del Señor. Por ejemplo me tocó darle la noticia de la enfermedad de mi hermano Luis, ya que yo fui la primera que lo supe, pues fui al médico con él… Pero también quiso el Señor que pudiera recompensarles con alguna alegría, como fue anunciarles la entrada en el Carmelo de su nieta mayor, mi hija Raquel, de la que él es padrino de bautismo.





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