Begoña
es la penúltima hija de Víctor. A lo largo de su vida ha pasado por diversas
experiencias religiosas en las que contó siempre con la ayuda de su padre. Es
el testimonio más amplio. La debemos muchos detalles de la vida espiritual de
Víctor.
Víctor
fue un hombre enteramente de Dios. Su corazón indiviso pertenecía totalmente a
Dios. Mantenía una profunda intimidad con el Señor en su vida de oración. Era
un hombre de intensa vida interior. Fue fiel a su compromiso con Dios en la
oración hasta el día de su muerte. La determinada determinación, se la enseñó “La
Santa”, como él llamaba a Santa Teresa de Jesús.
Dedicaba
muchas horas al día a la oración. Se levantaba de madrugada. Cuando ya todos
nos habíamos acostado y había silencio en el hogar, él se levantaba a orar.
Oraba casi toda la noche.
Papá
se levantaba cada noche a orar. Así fue como yo lo descubrí. Una noche, estando
con necesidad de ir al baño, me levanté, caminé a oscuras evitando desvelarme y
mis pies tropezaron con algo que casi me hizo caer al suelo. En ese momento me
iluminó una lucecita que salía de una pequeña linterna que me indicaba el
camino que debía seguir. Papá estaba sentado en el sofá del comedor, tenía sus
piernas estiradas, cubiertas con una manta. Sólo me dijo que diera la luz para
no caerme.
Cuando
papá se levantaba de madrugada, no encendía ningún interruptor. Para no hacer
ruido, usaba la linterna. Nadie sabíamos en casa, excepto su esposa, que se
levantaba todos los días de madrugada a orar. Cuidaba de nuestro descanso
mientras nosotros dormíamos.
Víctor oraba una hora diaria por el Papa |
Víctor
trabajaba en la fábrica embotelladora de Pepsi Cola. Cuando tenía turno de
mañana iba directamente de la oración al trabajo. Si tenía turno de tarde, se
acostaba a descansar un poco antes de ir a misa.
Diariamente
asistía a la Eucaristía, no importaba cual fuese el turno de trabajo que
tuviese. Participaba en la Santa Misa por la mañana si trabajaba por la tarde y
lo hacía de tarde si trabajaba por la mañana. Sólo ver a Víctor en la Iglesia,
era un gran testimonio y le hacía a uno sentirse en la presencia de Dios. Según
compartió conmigo, mi padre oraba una hora diaria por el Papa.
Todos
los días oraba la Liturgia de las Horas: Laudes, Vísperas y Completas. Sólo hay
que ver su libro de la Lectura de las Horas para comprobar el uso que le dio a
lo largo de su vida.
Durante
el trabajo, su oración era continua. Tenía la gracia de vivir en presencia
de Dios de una manera continua. Rezaba muchos rosarios al día. En su
trabajo, cuando le tocaba estar en la cadena del embotellamiento, la hilera
de botellas le servía de cuentas para rezar el Rosario.
Papá
pertenecía a la Adoración Nocturna, siendo el 21 de cada mes la noche que le
correspondía su turno de adorador. Adoraba el Santísimo toda la noche, aunque
el turno de cada adorador era de una hora.
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