Begoña con sus padres orando en la Iglesia de las Carmelitas de Sabarís. |
Medina del Campo, 15 de febrero de 2005
Querida hija Begoña:
“No sé cómo podré decirte cómo hago la oración, que gracias a Dios, participo en su gracia en todo momento, aunque incluso tenga que participar en algún diálogo. En principio hay que luchar continuamente, porque el cerebro quiere participar en todas las cosas, la memoria está siempre trabajando y se mete en todo. Así que hay que luchar para que participe poco cuando se está en la oración, y por mucho que se trabaje, siempre está por medio.
Hay que empezar poco a poco. Por otra parte, es difícil encontrarte a solas y sin ruidos. De todas formas hay que detener en tanto que se pueda –y así al menos se entra en silencio-, y la imaginación, que se mete en todas partes, hay que luchar contra ella”.
Santa Teresa de Jesús, gran maestra de oración, da importancia a la memoria y a la imaginación en la etapa de meditación u oración mental. Por ejemplo, la gustaba, al rezar el padrenuestro, imaginar que estaba sentada a los pies del Maestro para que la diese a conocer su significado.
Pero cuando ha llegado a formas superiores, como es la oración de quietud o recogimiento infuso, en que el alma goza de la presencia amorosa de Dios, la memoria y la imaginación se convierten en un obstáculo. Después de buscar remedios durante años contra la imaginación, dice: “El postrer remedio que he hallado, a cabo de haberme fatigado hartos años, es lo que dije en la oración de quietud, que no se haga caso de ella más que de un loco, sino dejarla con su tema, que sólo Dios se la puede quitar; y, en fin, aquí por esclava queda; hemoslo de sufrir con paciencia” ( V. 17, 7)
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