Sus nietos Carlos y Rebeca visitando a su abuelo ya muy enfermo en el hospital. |
“Víctor estuvo asistiendo durante año y medio al Centro de Día de la Cruz Roja en Medina del Campo. Fue una penitencia y purificación para él. Cada día, cuando mi madre le preparaba para llevarle al minibús que le pasaba a recoger, él preguntaba si había misa. Cuando veía al bus acercarse, decía a su esposa. Tú te quedas, yo me voy, agarrándola muchas veces con fuerza de la mano” (Begoña)
Año y medio antes de su muerte, cuando ya ni siquiera podía salir para asistir a misa dada su enfermedad, al no poder atenderle dignamente durante todo el día, su esposa, con el consentimiento de sus hijos, determinó llevarle al Centro de Día de la Cruz Roja, donde también llevaban a su hermana Margarita.
Cuando Asunción le preparaba, como hacía cuando juntos iban a misa por la mañana, Víctor se creía que era para llevarle a misa, pero cuando salía de casa y veía el minibús, se daba cuenta de que no era para asistir a misa para lo que le había preparado, sino para llevarle unas horas al Centro de Día. Por eso la agarraba fuerte de la mano para no desprenderse de ella y exclamaba: “Tú te quedas, yo me voy”, palabras desgarradoras para Asunción.
Asunción fue la única persona a quien conoció hasta el momento último de su muerte, y cuando ya no podía hablar, al verla, su rostro se iluminaba y llenaba de alegría.
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