sábado, 27 de abril de 2024

Habla Víctor. Carta a Raquel (III)

Raquel con su familia el día de su entrada como carmelita en Sabarís


Déjate gobernar, déjate amar. Déjate despreciar y llegarás a la perfección. Poco a poco irás creciendo en el amor, que es para lo que hemos sido creados, La vocación es un don de Dios y a nadie pide lo que no puede dar. Al igual que has sido buena estudiante, seguro que serás una carmelita que día a día irá creciendo en el amor.

 

Efectivamente, la vocación, como la fe, es un don de Dios. Se puede leer toda la Sagrada Escritura y no tener fe, y se puede escuchar un simple sermón o ver el ejemplo de un creyente y aceptar la fe. Se puede se un joven creyente, fervoroso, caritativo, etc., y no ser llamado a la vida sacerdotal o religiosa, y otro menos creyente y menos fervoroso ser llamado por el Señor.

 

En la propia familia de Víctor encontramos un caso. Víctor fue desde niño, creyente fervoroso, obediente y trabajador, mientras que su hermano José Francisco, a pesar de ver su buen ejemplo, no sólo fue travieso, sino el más travieso del pueblo, creando constantemente problemas a sus padres por las quejas que recibían de los vecinos.

 

Las circunstancias familiares pudieron influir, pero lo cierto es, que Víctor contrajo matrimonio y dentro del matrimonio se santificó, mientras que José Francisco, poco fervoroso y muy travieso, fue llamado a la vida religiosa después de escuchar un sermón al P. Hilario, carmelita descalzo, sobre el amor entrañable de María nuestra madre, durante la novena a la Virgen del Valle en Saldaña.

 

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