Víctor en una celda del monasterio de San José de las Batuecas.
Víctor en una celda del monasterio de San José de las Batuecas.
Víctor me mencionó, que durante un tiempo tuvo un
sorprendente conocimiento de leyes (que nunca había estudiado), lo que le
permitió ayudar y asesorar a varios compañeros de Pepsi-Cola, algunos
analfabetos. Dicha capacidad fue temporal y seguida de un período de notable
falta de memoria. Al finalizar la conversación, me comentó que no solía hablar
de estas vivencias… A partir de entonces, me refería a él como “¡mi tío el
místico!”. MARI CARMEN (Sobrina)
Curioso el apelativo que Mari Carmen emplea para mencionar a
tu tío Víctor al tratar con sus amistades, “mi tío el místico”, máxime cuando
dos hermanos de Víctor son religiosos carmelitas descalzos.
Sin duda fue en sus conversaciones íntimas en las que con
humildad y sinceridad manifestó a su sobrina las experiencias tan especiales de
purificación a que el Señor le había sometido a través de las noches oscuras
durante sus estancias en la soledad del desierto de Las Batuecas, que
encontramos resumidas en estas palabras que encontramos en sus escritos
autobiográficos:
Año tras año al desierto en mis vacaciones me llegaba,
ansioso de llegar estaba, aunque bien me sabía que a sufrir iba. Allí, nada más
llegar, todo cambiaba. El Espíritu Santo de la mano me tomaba, y todas mis
miserias, me mostraba. Tan miserable me vi, que sólo llanto de dolor tenía, que
si esto no tuviera, peor lo pasara.
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