Víctor sencillo, trabajando en el patio de su casa en Velillas del Duque. |
Recuerdo que desde siempre me llamaron la atención la
austeridad y el marcado desapego de lo material con que vivía Víctor, que se
reflejaba, por ejemplo en su sencillo modo de vestir. También destacaba la
profunda paz que de él emanaba, así como la alegría en su mirada y su
generosidad. MARI
CARMEN (Sobrina)
El amor a los pobres lo aprendió en el hogar paterno donde
nunca se dejó de ayudar a los abundantes pobres y necesitados que acudían en
busca de ayuda en los años que siguieron a la guerra civil española en los que,
gran parte de la sociedad, pasó necesidad y hasta hambre. Ese amor fue en
aumento desde su conversión a partir de su ruina económica, en que sintió en
carne propia lo que es tener que dar de comer a sus hijos cuando se ha perdido
todo.
Esto le llevó a no solamente amar a los pobres, sino a desear
ser pobre y vivir como pobre, confiando siempre en la divina providencia. Desde
ese momento, como muy bien dice su sobrina Mari Carmen, no solamente amó a los
pobres, sino que vivió como pobre. Él, que en su juventud gustaba de vestir con
cierta elegancia, cortó de raíz para vestir y vivir con la mayor pobreza que su
estado le permitía.
Víctor, pobre, humilde y confiando plenamente en la providencia y en
la misericordia de Dios, gozó de esa Paz que solamente puede darnos el Señor,
Paz que se reflejaba ya en su encantadora sonrisa.
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