El P. José Francico bautizando a Ignacio, su sobrino nieto. |
Velillas del Duque (Palencia) octubre de 1992.
Querido nieto:
Muchas felicidades en tu 6
cumpleaños. Que lo pases muy bien junto a tus padres y amigos.
Te voy a contar las
aventuras de un niño que tenía 6 años. Se levantaba temprano. Después de
desayunar un buen plato de patatas, cogía un palo y se llevaba las vacas a
pastar en los prados.
Allí se juntaba con otros
niños que ejercían el mismo trabajo. Pescábamos peces, cangrejos y ranas. Hacíamos
una hoguera y los asábamos y nos los comíamos. También cazábamos lagartos,
culebras, ratas, topos, erizos y otros animales. Estos no los comíamos.
Esta carta, escrita a su
nieto cuando tenía ya sesenta y nueve años, es sin duda la carta más simpática
y a la vez la más interesante para conocer la infancia de Víctor. No se inventa
nada para llamar la atención de su nieto o fomentar su imaginación, sino que es
la narración de la experiencia que vivió con plena alegría y felicidad en el
pueblo y en el hogar paterno.
Conviene tener en cuenta, para
entender lo que escribe a su nieto, que la mayoría de las cosas que le cuenta,
todas ellas verídicas, las hacía durante las vacaciones escolares de verano en
su pueblo natal, Quintanadiez de la Vega, que al estar ubicado en la vega del río
Carrión, todo su término es de regadío mediante numerosos arroyos, abundantes
en pesca.
A partir de la concentración parcelaria,
se han sustituido la mayoría de los arroyos por acequias, lo que ha contribuido
a un mejor aprovechamiento del agua, pero la pesca de cangrejos, peces y ranas se
ha reducido considerablemente.
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