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Templo Nacional de Santa Teresa y San José y convento de los Carmelitas Descalzos en Madrid. |
Creyendo que para salir de aquella vida tan relajada que yo
llevaba antes de mi conversión, podía favorecerme salir de Madrid donde vivía,
pedí al P. Provincial (P. Segundo Fernández) el ir a Argentina, favor que el P.
Provincial me concedió con mucho gusto, viendo cuales eran los motivos por los
que yo se lo pedía.
En Argentina estuve siete años, pasados los cuales, el mismo
P. Segundo, que había vuelto a ser elegido Provincial, me destinó de nuevo a
Madrid y allí pasé nueve años. Durante estos nueve años, me veía con frecuencia
con Víctor, ya que él estaba por entonces trabajando en Madrid. De ahí pasé a
Toledo, donde también nos veíamos, aunque no con tanta frecuencia. Pasados los
tres años de estar en Toledo, pedí ir a República Dominicana de misionero y
allí estuve trece años. Este tiempo fue el que menos comunicado estuve con Víctor,
aunque nos escribíamos periódicamente.
Recuerdo que en sus cartas, su gran preocupación era por la
vida que llevaban algunos de sus hijos, ya mayores de edad, tan distinta a la
suya en cuanto a su religiosidad se refiere, pues como quería tanto a Dios y
quería tanto a sus hijos, quería que sus hijos quisieran a Dios como él le
quería y así lo pedía al Señor con muchas lágrimas. Yo le animaba siempre a
confiar en el Señor, pues Dios nunca deja de escuchar una petición hecha con
tanta fe, con tanto amor y con tantas lágrimas.