miércoles, 26 de julio de 2023

Florecillas. Abuelo bondadoso y comprensivo

Sara con su madre Teresa visitando a Víctor en el hospital.


Víctor entendió desde el primer momento que el valor de la vida no reside en uno mismo, sino en la entrega incondicional y absoluta a los demás, y esto se le quedó tan grabado que cuando la enfermedad estaba ya algo avanzada, aún podía recordar todo el bien que hizo. Es algo que nunca dejaré de admirar, nunca he conocido a alguien tan bondadoso. Supongo que él  tuvo sus momentos de desesperación ante la vida, pero la serenidad y la calma con las que podía mantenerse, eran formidables. Recuerdo que se mantenía sereno incluso cuando me llevaba al colegio y yo, como un terremoto, me soltaba de su mano alegando que no caminaba tan rápido como yo quería. SARA. Nieta

 

De los ocho nietos de Víctor, Sara fue sin duda, en su infancia, la más revoltosa. Ella misma reconoce que era como un terremoto; pero a la vez, muy espontánea y simpática. Seguro que cuando su padre o su madre la llevaban al colegio, también se les escapaba y se echaba a correr, pero no se libraría de una buena corrección. Por eso resalta la calma y serenidad del abuelo, que ni en esos casos se inmutaba, sino que apresuraba su paso para alcanzarla y acompañarla hasta que entraba en el colegio sin problemas, pero sin reproches, sino con un cariñoso beso.

 

Para Sara, este singular comportamiento, era como una consecuencia de que su abuelo Víctor no era egoísta, sino que vivía más para los demás que para sí mismo. Trataba de ayudar y hacer felices a los demás, aunque para conseguirlo tuviera que sacrificarse. Sara, admirada de este singular comportamiento de su abuelo, hace este singular elogio: “Nunca he conocido a alguien tan bondadoso”.



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