miércoles, 7 de junio de 2023

Florecillas. Mirar con ternura

  

Víctor sonriente en plena vejez y con alzheimer.

Recuerdo con cariño momentos en la residencia donde me miraba con ternura o me cogía de la mano; excepto cuando veía a la abuela, que se iluminaba el rostro y corriendo sólo quería ir a su lado. Momentos en que su mirada irradiaba alegría. REBECA (Nieta)

 

La sonrisa de Víctor era tan especial, que hasta los niños lo percibían, y les atraía y les transmitía  confianza para acercarse a él. Rebeca, añade que su mirada no solamente era tierna, sino que también “irradiaba alegría”. Nunca ha dicho Rebeca elogio semejante de otras personas; ni siquiera de sus propios padres.

 

Víctor vivía en paz con Dios, consigo mismo y con los demás, y esa paz tenía que transmitirse sin que él se enterase. Hasta los animales percibían esa paz y se le acercaban sin miedo. Seguro que su sonrisa se asemejaría a las sonrisas de Jesús, de María y de José; por eso transmitía tanta paz y alegría.

 

Esa sonrisa la conservó toda su vida, incluso cuando su enfermedad de alzheimer estaba muy avanzada, pues de vez en cuando tenía momentos de cierta lucidez, momentos en los que intentaba expresar con palabras lo que sentía en su corazón, pero ya no podía. La escena a que alude Rebeca, sucedió pocos días antes de su fallecimiento. Su sonrisa era la expresión externa de la paz que experimentaba en su interior.

 

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