miércoles, 10 de mayo de 2023

Habla Víctor Unión con Dios (VII)

Portada del libro Subida del Monte Carmelo
de San Juan de la Cruz.


Dios, por medio de la purificación espiritual, produce en el alma maravillosos efectos inflamándola divinamente de solo Dios. Al despegarse el alma, poco a poco de todo apego de criatura, va creciendo en el amor, y Dios mismo la hace crecer secretamente, elevándola a la unión con Él. Sólo el amor es el que junta y une con Dios. Este crecimiento en el amor, a los principios apenas se nota, porque el divino fuego es empleado en calentar y purificar el alma de sus imperfecciones. El amor es la inclinación del alma y la pureza y virtud que tiene para ir a Dios. Por ello, a más grado de amor, más penetración dentro de Dios por quien es atraída. El amor también atrae a Dios a nuestra alma. El cumplimiento de la ley divina es la iniciación del camino del amor. Este, cuanto más crece, más nos introduce en el mismo Dios. Por medio del amor se alcanza la transformación del alma en el mismo Dios, al ser atraída por Él.

 

San Juan de la Cruz, en el Libro primero de Subida del monte Carmelo, capítulo 4, establece este principio: “El amor hace semejanza entre lo que ama y es amado”. De este principio saca la consecuencia de que, como el ser de las criaturas y de todos los bienes del mundo nada son, comparados con el ser de Dios, el alma que pone en ellos su afición, delante de Dios también es nada; mientras que si ama a Dios, llega a tener semejanza con Dios, a parecerse a Él y a transformarse en Él.

 

 

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