sábado, 27 de mayo de 2023

Florecillas Abuelo alegre.

Rebeca el día de su primera comunión
con sus abuelos y su hermanita Sara.


Recuerdo con mucho cariño cómo se le acercaban los animales, cómo llamaba siempre a los perros y también el carrito con ruedines que me hizo para bajar por la cuesta de la calle y así aumentar mi diversión. Era muy alegre. No le he visto enfadarse, al menos con sus nietos. REBECA (Nieta).

 

Los habitantes de Velillas del Duque, como los de todos los pueblos de la comarca, tenían en torno al corral de sus casas una serie de construcciones, como la cuadra para vacas o mulas, pocilga para los cerdos, conejeras para la cría de conejos, un pequeño gallinero etc., para ayuda en las tareas agrícolas y para sustento de la familia, y nunca faltaban al menos un perro y un gato.

 

En el hogar de Víctor no hubo ninguno de estos animales, pues cuando fue a vivir a Velillas, ya no tenía fuerzas físicas para atenderlos, ni los necesitaba para su sustento.

Pero lo curioso es que los gatos andaban por sus tejados y bajaban al patio, los gorriones anidaban por todas partes y las golondrinas hacían sus nidos incluso en el portal de entrada a la casa a la altura que sus nidos podían ser alcanzados por cualquiera.

 

Parece que los animales se sentían seguros y atraídos por Víctor como pasaba con San Francisco de Asís y se acercaban a él. Por eso hasta perros del vecindario le seguían, especialmente cuando caminaba hacia el Río Carrión con algunos de sus nietos. Su nieto Ignacio recuerda escenas entrañables en ese sentido.



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