El Vicepostulador P. Francisco Brandle solicitando la Apertura del Proceso de Canonización de Víctor Rodríguez. |
Sr. Cardenal, nuestro querido D, Ricardo Blázquez, arzobispo
de Valladolid. Como Vicepostulador en la causa del hermano Víctor Rodríguez
Martínez, solicito de su bondad y celo pastoral se digne introducir en su
diócesis la presente causa.
Hermano Seglar de la Orden de Carmelitas Descalzos. Nacido el
12 de abril de 1925 en Quintanadiez de la Vega, donde recibió el Bautismo, se
Confirmó e hizo su Primera Comunión, ha dejado un claro testimonio de la
santidad de la Iglesia encarnada en un laico cristiano, que alentado por el
carisma teresiano-sanjuanista, ha llegado a mostrar hasta que punto la vivencia
de este carisma puede dar frutos de santidad, hechos también vida en otros
movimientos de la Iglesia, como fueron en su caso la adoración nocturna y la
Congregación seglar de San Felipe Neri.
Son muchos los testimonios de lo heroico de su vida, que
compartió con su mujer, Asunción Merino, con la que contrajo matrimonio el 24
de julio de 1948. Juntos supieron pasar de vivir una cómoda situación de
familia adinerada a la más sencilla de un obrero en una fábrica, manteniendo
con ello una familia de siete hijos, de los diez que nacieron, -todo ello
después de vivir su descalabro económico en una profunda confianza en Dios-.
Con todo, no dejó nunca de socorrer a los más necesitados, para lo que solía
hacer horas extraordinarias. Querido de los suyos, a pesar de tener sus
enfrentamientos, y respetado por sus compañeros de trabajo, que poco a poco
fueron dándole la espalda por su profesión clara y valiente de la fe. Desde
1966 a 1986 vive en Madrid, uniendo al trabajo su profunda vida de oración y
celo apostólico. Los testimonios son muchos y están bien recogidos, sobre todo
en la biografía elaboradaza por el P. José Vicente Rodríguez.
Recorriendo su vida podemos descubrir a un creyente que vivió
el camino de las bienaventuranzas. Han escrito bellamente sobre ello en la
presentación de sus escritos: “Se fió plenamente de Jesús y por eso vivió
pobre, fue manso y humilde de corazón, lloró por sus infidelidades y por los
sufrimientos ajenos, luchó y sufrió defendiendo a sus compañeros de trabajo,
fue misericordioso con todos y a todos perdonó, incluidos los que le
maltrataron, su limpio corazón nunca permitió el resentimiento, y todos los que
le trataron, reconocen que su presencia transmitía paz”…Continuará.
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