miércoles, 19 de enero de 2022

Intervención de Mons. D. Ricardo Blázquez, Cardenal Arzobispo de Valladolid al proclamar oficialmente la apertura de la fase diocesana del Proceso de Canonización de Víctor Rodríguez Martínez.


Mons. D. Ricardo Blázquez, Cardenal Arzobispo de Valladolid, presidiendo y prestando juramento
de cumplir con su misión y de guardar secreto sobre los Evangelios

 

Nada más terminar la intervención del Vicepostulador de la causa, P. Francisco Brandle, Mons. Ricardo Blázquez, Cardenal Arzobispo de Valladolid, aceptando su petición en presencia de los numerosos asistentes, declaró oficialmente abierta la etapa diocesana del Proceso de Canonización de Víctor Rodríguez. Desde ese momento, Víctor es ya reconocido por la Iglesia como “Siervo de Dios”.

 

Al no poder llevar el Señor Cardenal personalmente el Proceso por sus múltiples ocupaciones pastorales, procedió a los siguientes nombramientos: D. José Andrés Cabrerizo Manchado, Vicario judicial de la diócesis como Delegado Episcopal, D. Gregorio Lonsky como promotor de justicia, y D. Jesús Alberto Bogonez como notario. Todos ellos, incluido el Sr. Cardenal Arzobispo, hicieron juramento sobre los santos Evangelios de cumplir fielmente con sus compromisos y de guardar secreto.

 

A continuación D. Ricardo dirigió unas palabras manifestando su alegría por tener la dicha de iniciar en su diócesis el proceso de un laico, no mártir, que puede convertirse en un modelo para todos los fieles, pues si él se santificó viviendo en medio del mundo, actuando con sentido cristiano tanto en el seno de su familia como en las diversas situaciones laborales y pastorales que se presentaron en su vida, es un estímulo para que otros se animen a seguir su ejemplo.

 

Por eso, sus palabras se centraron en destacar su extraordinaria vida cristiana mediante la frecuencia de los sacramentos y la entrega a la oración, que le llevaron a una identificación con Cristo muy especial. Llegó a tener una experiencia propia de los místicos, pero no para ensimismarse y alienarse de las cosas temporales, sino que fue donde recibió fuerzas para un intenso apostolado y un servicio a los demás, especialmente a los pobres y a los enfermos.

 

Concluyó manifestando su deseo de que pronto podamos celebrar su proclamación como Beato en este mismo lugar, pero no en el recinto de la Iglesia, sino en el espacioso patio del monasterio. Pidamos al Señor que se realice su deseo.


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