miércoles, 14 de abril de 2021

Habla Víctor. Oración contemplativa (V)

San Juan de la Cruz, el gran maestro de las "noches oscuras"


El Espíritu Santo quiere llevar a estas almas a un estado de perfección más alto, y para ello, no tiene más remedio que arrancarlas de su estado de imperfecciones y pecados, abrasándolas con el fuego de su amor, que es suave y delicado, pero duro y doloroso para el alma que lo recibe, por ser infinita la bondad de Dios, totalmente contraria a la condición de quien la recibe. Así que, al embestirla con el fuego de su amor, la deja al desnudo de sus maldades, por lo que se encuentra desorientada sin saber qué hacer. Conozco yo almas que tuvieron tentaciones durante esas purificaciones de blasfemia interior, de tristeza, contra la fe, etc.

San Juan de la Cruz se hace esta pregunta: “¿Por qué a la lumbre divina, que ilumina y purga al alma de sus ignorancias la llama el alma noche oscura?”. Y el mismo da la respuesta: “Por dos cosas es esta divina Sabiduría no sólo noche y tiniebla para el alma, mas también la es pena y tormentos; la primera es por la alteza de la Sabiduría divina, que excede al talento del alma, y en esta manera le es tiniebla; la segunda, por la bajeza e impureza de ella, y de esta manera le es penosa y aflictiva y también oscura” (2N, 5. 2).

Padre Valentín de San José,
director espiritual de Víctor.

Y añade: “La luz y la sabiduría de esta contemplación es muy clara y pura, y el alma que en ella embiste está oscura e impura; de aquí es que pena mucho el alma recibiéndola en sí…Y esta pena en el alma, a causa de su impureza, es inmensa cuando de veras es embestida de esta divina luz, porque embistiéndose en el alma esta luz pura, a fin de expeler la impureza del alma, siéntese el alma tan impura y miserable, que le parece estar Dios contra ella, y que ella está hecha contraria a Dios. Lo cual es de tanto sentimiento y pena para el alma, porque le parece aquí que la ha Dios arrojado” 2N, 5, 5).

Es lo que expresa Víctor basado en su propia experiencia. Ante la luz divina que penetró hasta el fondo de su alma, se le hicieron visibles los muchos defectos que antes no percibía por falta de luz. Por eso pasó por momentos de sufrimiento y desconcierto de los que salió gracias a las enseñanzas de San Juan de la Cruz y a la providencial ayuda del P. Valentín de San José, varón muy santo y gran director espiritual.

 

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