Exterior de la Parroquia San Clemente Romano en el barrio Oroquieta. |
Para construir la
Parroquia San Clemente Romano no dudó en ir por las casas y conventos pidiendo
donativos, sillas, bancos, alfombras, cualquier cosa que sirviera para
acondicionar la parroquia y los salones parroquiales, e implicó a algunos de
sus compañeros de trabajo para que le ayudasen a hacer los servicios que no
había. Estos compañeros, siempre comían en nuestra casa. Ellos ponían el
trabajo y nosotros les dábamos de comer (Asunción).
Nada más llegar a Madrid e instalarse en el barrio Oroquieta, lo primero que hizo fue buscar la parroquia que le pertenecía. ¿Y con qué se encontró? Con los bajos de un edificio a medio arreglar, en el que se celebraban los oficios religiosos, así es que, pobre como era, se puso a disposición del párroco para lo que necesitase. D. Paco Teresa León, al verle tan pobre y sencillo, debió pensar para sí: ¿Qué ayuda me puede prestar un pobre recién venido al barrio?
Interior de dicha Parroquia en la actualidad.
Pero comenzó con un
compañero suyo de Pepsi Cola a visitar todas las casas del barrio pidiendo su
colaboración para construir la parroquia, confiando en el Señor. Se encontraron
con muchos vecinos que no les abrieron las puertas, otros que les increpaban y
se mofaban de ellos, pero siempre aparecían vecinos de buenos sentimientos que
aportaban algo. Con esas aportaciones se iban comprando los materiales necesarios
y otros compañeros de la fábrica ayudaron en la construcción.
Tuvo también la valentía
de acercarse a conventos y a iglesias que estaban cambiando mobiliario para que
les donasen lo que no les servía. Incluso se acercó a la hoy Santa María
Maravillas para que donase la megafonía para la iglesia con excelente resultado.
Este hecho nos recuerda lo
que la pasó a Santa Teresa en la fundación de Toledo, donde, gente de la alta
sociedad llevaba buscando durante meses una casa para poder instalarse en ella
con sus monjas sin resultado, y un “nonada rico, sino harto pobre”de
nombre Andrada, recomendado por el franciscano Fray Martín de la Cruz, se la
encontró al día siguiente y muy apropiada. (F. 15, 6-9). Así son las cosas del
Señor.
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