Peregrinos camino de Santiago de Compostela |
“Cuando se le quemó
la casa a Nozal, se le dejó la casa de Medina y nos trasladamos nosotros a
vivir en la granja hasta que restauró la suya” (Asunción).
En el evangelio de San
Mateo, hablando del juicio final, encontramos estas palabras de Jesús: “Fui
forastero y me hospedasteis” (Mt 25, 36).
La costumbre de acoger a los forasteros sin hogar, la aprendió Víctor desde niño en el hogar paterno, donde se acogía especialmente a los pobres que iban mendigando de pueblo en pueblo. Víctor siguió esa buena costumbre en su nuevo hogar. El espíritu de acogida y hospitalidad lo mantuvo a lo largo de su vida, aunque en Madrid las circunstancias fueran muy distintas, al disponer de albergues para acogerlos. Aún así, Víctor, siendo hermano Mayor de la Congregación de Seglares de San Felipe Neri, consiguió aprobar la construcción de un albergue para acoger y dar comida a los pobres, especialmente en invierno, que no se llevó a cabo por falta de personas que se comprometieran para atenderle.
Granja de Víctor en Medina del Campo
Pero hay en la vida de Víctor un caso muy
especial, pues no solamente acogió al forastero, sino que le cedió su propia
casa durante meses. Viviendo en Medina del Campo, a su amigo Mariano Nozal se
le quemó la casa, y sin que se lo pidiera, salió de Víctor cederle la suya para
que se instalase en ella con su familia, mientras que él, con su propia familia,
se fue a vivir a una pequeña casa donde estaban ubicados sus gallineros.
Es decir, no le ofreció esa
casa pequeña y poco confortable a su amigo, que ya hubiera sido una gran obra
de caridad, sino que le ofreció la suya propia y confortable. A eso se llama
acoger de corazón y dar posada al forastero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario