Persona orando con devoción. |
Lo
importante no es el gusto que se saca en la oración, sino la predisposición que
se lleva a esta, y el aguantar todo el tiempo programado aun a pesar de las
contrariedades que la naturaleza sienta. En esta situación de impotencia,
implorar continuamente la luz del Espíritu Santo. Más o menos tarde, Él vendrá
en su ayuda.
Una vez
que el alma aprende a meditar, a poco que se esfuerce, entrará en la intimidad
de Dios, y verá cómo aún en medio de los trabajos, siente la inclinación a
tenerle presente continuamente en el corazón y en el alma y a permanecer en
este estado.
Lo importante
de la oración, insiste Víctor una vez más, no es el gusto que uno pueda sentir
estando en oración, sino la disposición que se lleva para estar con el Señor.
Si dedicamos tiempo a la oración por el gusto que recibimos más que por estar
con el Señor, corremos el riesgo tan frecuente de abandonar la oración cuando
no los sentimos, y hasta llegamos a la conclusión de que no merece la pena
continuar. ¡Cuántas personas, después de unos días de retiro tienen momentos
llenos de fervor, pero poco a poco la van dejando cuando desaparece ese fervor!
Víctor lo pudo comprobar con algunos de los compañeros que, después de hacer
los Cursillos de Cristiandad tuvieron momentos de entrega generosa al Señor,
pero luego se fue apagando poco a poco por falta de constancia.
Orante entregado totalmente al Señor.
Lo importante es dedicar un tiempo para estar con el Señor porque se le ama. Se cuenta de un hombre tan sencillo, que era incapaz de discurrir, pero que amaba mucho a Jesús y todos los días se acercaba al sagrario para pasar un rato con Él, y lo único que hacía era arrodillarse ante el sagrario y decirle: “Señor. Aquí está Juan”. ¿Qué mejor oración?
Quien persevera
en la oración, a pesar de no sentir nada, tarde o temprano el Espíritu Santo
vendrá en su ayuda y sentirá su presencia, no sólo en los momentos de oración,
si no en todos los momentos del día.
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