miércoles, 16 de diciembre de 2020

Florecillas. Adiós al abuelo

Ignacio con sus padres y Víctor
en el locutorio de las carmelitas de Sabarís.


En Sabarís íbamos a ver a las monjitas, que cuando íbamos, durante un ratito salían todas para ver a los abuelos; bueno y a mí, pues se reían mucho y decían que era muy espontáneo. Como ya hacía tiempo que no le veía, fue durísimo verle cómo estaba deteriorado. Fue dos días antes de morir. Estoy seguro de que él se lo pedía continuamente a Dios, pues ya se le hacía tarde reunirse con Él. 

Los últimos recuerdos del nieto Ignacio, están relacionados con los últimos años que Víctor pudo pasar unos días de vacaciones en Sabarís, para visitar a su hija y a su nieta carmelitas, a pesar de que su enfermedad del alzheimer estaba muy avanzada, y con su despedida definitiva dos días antes de que falleciera, cuando ya no pudo reconocerle.

 

Víctor ya muy enfermo con su hija Tere y su nieta Sara.


En el primer recuerdo, se refleja el carácter del nieto simpático y espontáneo con el que no había más remedio que reírse. Ya podemos imaginarnos las preguntas que haría el niño Ignacio al ver a su tía Eva y a su prima Raquel detrás de las rejas sentadas en el suelo. Esos días, pocos temas espirituales se podrían tratar, pues las preguntas y comentarios de Ignacio les hacia reír a todos. Seguro que con sus ingenuas preguntas y respuestas, contribuyó a la alegría y felicidad de esas reuniones familiares. 

Pero lo que verdaderamente llama la atención, es su reacción tan dolorosa al ver el estado en que se encontraba el abuelo querido dos días antes de fallecer, pero a la vez que fuera consciente de que su partida era para su bien, por lo que llega a decir: “Estoy seguro de que él se lo pedía continuamente a Dios, pues ya se le hacía tarde reunirse con él”.   

Estaba convencido de la santidad de su abuelo. Pocos le habían mostrado tanto cariño ni valorado tanto. Nadie le había acercado al Señor con tanta suavidad como el abuelo, por eso se dio cuenta de que había cumplido su misión y que era el momento de su encuentro con el Amado, del que tanto le hablaba.





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